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a tecnología está cambiando rápidamente la forma en la que se producen, se procesan y se distribuyen los alimentos por todo el mundo. La llegada de la Inteligencia Artificial y su integración en toda la cadena es solo un paso más, pero de una profundidad y consecuencias aún inimaginables. Al menos en su totalidad.
Una de las grandes dudas que surgen es qué impacto va a tener en el trabajo en el campo. En los próximos años, la Inteligencia Artificial va a modificar la forma en la que se realizan las tareas agrícolas y, por supuesto, en la cantidad de trabajadores necesarios para llevarlas a cabo. Es ridículo no pensar que es una amenaza, como para tantos otros empleos de todos los sectores y niveles.

Los temporeros y los ingenieros agrónomos son dos de las muchas profesiones que cambiarán su manera de trabajar, aunque otros como los operadores de maquinaria agrícola puede que no se vean tan expuestos. Estos operadores forman parte de un reducido grupo de ocupaciones que no se verán afectadas por este tipo de algoritmos, como refleja un estudio de la Universidad de Pensilvania, recogido por EFE.

La investigación, enfocada en el mercado estadounidense, aunque fácilmente extrapolable a otros países, estima que el 80% de la fuerza laboral verá alterada sus tareas. En el campo, la Inteligencia Artificial ya se está aplicando, en labores como la investigación del estado de madurez de los cultivos y el uso mecánico de los tractores.

La aplicación de estos nuevos sistemas puede tener un impacto mayor en la mano de obra para la recolección, por ejemplo, de frutas y hortalizas. Ya empieza a haber robots, o drones, que se encargan de recogerlas, de modo que se reduce la necesidad de contratar a personas para este trabajo estacional.

Otra tarea en la que se empiezan a ver los efectos de la tecnología es en la existencia de algunos parámetros que permiten identificar el estado de madurez de cada cultivo, que a partir de ahí permite automatizar la cosecha. Incluye sistemas de navegación, que utilizan esos datos para mejorar el uso de máquinas, como apunta el profesor Gil Gorchs, de la Universidad Politécnica de Cataluña.

Se traduce, por ejemplo, en poder calcular las necesidades de agua y fertilización, en cada momento y lugar, de forma que se aplican dosis adaptadas a cada zona, y unos sensores certifican el buen estado del cultivo.

No está claro aún las implicaciones que tendrá para el empleo. Según el experto, la toma de decisiones seguirá dependiendo, en gran medida, de las personas. Pero, a la larga, quizá la mano de obra más cualificada, como ingenieros o técnicos, pueda verse sustituida. Al menos, en parte.

No dejan de ser hipótesis, en un escenario que cambia a gran velocidad, pero no queda duda de que se necesitará personal especializado, que se encargue del mantenimiento, la puesta a punto o el control de la maquinaria, según el profesor. Considera que la tarea de certificar que todo va bien será básica con el funcionamiento de la inteligencia artificial, no solo en el sector primario, sino en toda la cadena alimentaria, sobre todo en la distribución, donde los algoritmos permitirán hacer ajustes y aumentar la eficiencia.

Por su parte, José Emilio Guerrero, de la Universidad de Córdoba, cree que el proceso de digitalización ha tenido un crecimiento exponencial, pero no tan disruptivo como la Inteligencia Artificial, que abre una etapa mucho más vertiginosa.

Considera que es una oportunidad magnifica para tomar decisiones acertadas, eficientes y eficaces, desde el campo hasta la mesa, que requerirá mucho más conocimiento, y una mirada más cercana a conceptos como el de la sostenibilidad. "Las personas vamos a tener que acostumbrarnos a convivir con otras formas de pensar en el planeta", adelanta, y en ese sentido "la inteligencia de las máquinas nos va a ayudar a entender mucho mejor los sistemas complejos, como el mundo de las plantas, los animales o los suelos, según el experto.

La mente humana es incapaz de abordar toda la información acumulada en sistemas y programas como el de Copérnico, el desarrollado en la Unión Europea para la observación de la Tierra, cuyo potencial solo puede explotarse con una forma distinta de tratar los datos. Guerrero señala que probablemente en breve se podrá utilizar la computación cuántica de una forma masiva, lo que exigirá profesionales que desarrollen nuevas formas de inteligencia.

En cualquier caso, subraya que tiene que haber verdaderos expertos en agricultura, para que la IA pueda ocupar el sitio que le corresponde, profundizando en lo que se llama expertise de dominio, que combina el conocimiento del sector con las competencias digitales.

"Probablemente la cadena alimentaria necesite mucho más esfuerzo para lograr un retorno con la apuesta por la inteligencia artificial, pero no se puede quedar atrás", sentencia.

Si bien es cierto que la automatización y la robótica pueden reducir la necesidad de mano de obra en algunos aspectos de la producción de alimentos, también existe la oportunidad de que la tecnología cree nuevos empleos y habilidades en el campo.

La formación en tecnología y la adaptación a los cambios serán fundamentales para que los trabajadores del campo puedan aprovechar las oportunidades que ofrece la IA en la agricultura. Además, es importante que los gobiernos y las empresas inviertan en la capacitación y el apoyo a los trabajadores del campo para asegurarse de que puedan competir en la economía digital.

En definitiva, la tecnología puede ser una herramienta poderosa para mejorar la eficiencia y la rentabilidad en la agricultura, pero también es necesario tener en cuenta el impacto en los trabajadores del campo y garantizar que se les ofrezcan oportunidades para adaptarse y prosperar en este nuevo entorno tecnológico.
a tecnología está cambiando rápidamente la forma en la que se producen, se procesan y se distribuyen los alimentos por todo el mundo. La llegada de la Inteligencia Artificial y su integración en toda la cadena es solo un paso más, pero de una profundidad y consecuencias aún inimaginables. Al menos en su totalidad. Una de las grandes dudas que surgen es qué impacto va a tener en el trabajo en el campo. En los próximos años, la Inteligencia Artificial va a modificar la forma en la que se realizan las tareas agrícolas y, por supuesto, en la cantidad de trabajadores necesarios para llevarlas a cabo. Es ridículo no pensar que es una amenaza, como para tantos otros empleos de todos los sectores y niveles. Los temporeros y los ingenieros agrónomos son dos de las muchas profesiones que cambiarán su manera de trabajar, aunque otros como los operadores de maquinaria agrícola puede que no se vean tan expuestos. Estos operadores forman parte de un reducido grupo de ocupaciones que no se verán afectadas por este tipo de algoritmos, como refleja un estudio de la Universidad de Pensilvania, recogido por EFE. La investigación, enfocada en el mercado estadounidense, aunque fácilmente extrapolable a otros países, estima que el 80% de la fuerza laboral verá alterada sus tareas. En el campo, la Inteligencia Artificial ya se está aplicando, en labores como la investigación del estado de madurez de los cultivos y el uso mecánico de los tractores. La aplicación de estos nuevos sistemas puede tener un impacto mayor en la mano de obra para la recolección, por ejemplo, de frutas y hortalizas. Ya empieza a haber robots, o drones, que se encargan de recogerlas, de modo que se reduce la necesidad de contratar a personas para este trabajo estacional. Otra tarea en la que se empiezan a ver los efectos de la tecnología es en la existencia de algunos parámetros que permiten identificar el estado de madurez de cada cultivo, que a partir de ahí permite automatizar la cosecha. Incluye sistemas de navegación, que utilizan esos datos para mejorar el uso de máquinas, como apunta el profesor Gil Gorchs, de la Universidad Politécnica de Cataluña. Se traduce, por ejemplo, en poder calcular las necesidades de agua y fertilización, en cada momento y lugar, de forma que se aplican dosis adaptadas a cada zona, y unos sensores certifican el buen estado del cultivo. No está claro aún las implicaciones que tendrá para el empleo. Según el experto, la toma de decisiones seguirá dependiendo, en gran medida, de las personas. Pero, a la larga, quizá la mano de obra más cualificada, como ingenieros o técnicos, pueda verse sustituida. Al menos, en parte. No dejan de ser hipótesis, en un escenario que cambia a gran velocidad, pero no queda duda de que se necesitará personal especializado, que se encargue del mantenimiento, la puesta a punto o el control de la maquinaria, según el profesor. Considera que la tarea de certificar que todo va bien será básica con el funcionamiento de la inteligencia artificial, no solo en el sector primario, sino en toda la cadena alimentaria, sobre todo en la distribución, donde los algoritmos permitirán hacer ajustes y aumentar la eficiencia. Por su parte, José Emilio Guerrero, de la Universidad de Córdoba, cree que el proceso de digitalización ha tenido un crecimiento exponencial, pero no tan disruptivo como la Inteligencia Artificial, que abre una etapa mucho más vertiginosa. Considera que es una oportunidad magnifica para tomar decisiones acertadas, eficientes y eficaces, desde el campo hasta la mesa, que requerirá mucho más conocimiento, y una mirada más cercana a conceptos como el de la sostenibilidad. "Las personas vamos a tener que acostumbrarnos a convivir con otras formas de pensar en el planeta", adelanta, y en ese sentido "la inteligencia de las máquinas nos va a ayudar a entender mucho mejor los sistemas complejos, como el mundo de las plantas, los animales o los suelos, según el experto. La mente humana es incapaz de abordar toda la información acumulada en sistemas y programas como el de Copérnico, el desarrollado en la Unión Europea para la observación de la Tierra, cuyo potencial solo puede explotarse con una forma distinta de tratar los datos. Guerrero señala que probablemente en breve se podrá utilizar la computación cuántica de una forma masiva, lo que exigirá profesionales que desarrollen nuevas formas de inteligencia. En cualquier caso, subraya que tiene que haber verdaderos expertos en agricultura, para que la IA pueda ocupar el sitio que le corresponde, profundizando en lo que se llama expertise de dominio, que combina el conocimiento del sector con las competencias digitales. "Probablemente la cadena alimentaria necesite mucho más esfuerzo para lograr un retorno con la apuesta por la inteligencia artificial, pero no se puede quedar atrás", sentencia. Si bien es cierto que la automatización y la robótica pueden reducir la necesidad de mano de obra en algunos aspectos de la producción de alimentos, también existe la oportunidad de que la tecnología cree nuevos empleos y habilidades en el campo. La formación en tecnología y la adaptación a los cambios serán fundamentales para que los trabajadores del campo puedan aprovechar las oportunidades que ofrece la IA en la agricultura. Además, es importante que los gobiernos y las empresas inviertan en la capacitación y el apoyo a los trabajadores del campo para asegurarse de que puedan competir en la economía digital. En definitiva, la tecnología puede ser una herramienta poderosa para mejorar la eficiencia y la rentabilidad en la agricultura, pero también es necesario tener en cuenta el impacto en los trabajadores del campo y garantizar que se les ofrezcan oportunidades para adaptarse y prosperar en este nuevo entorno tecnológico. read more read less

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