Había tristeza tanto en el aire primaveral y en el oscurecido cielo, como en el vagón. El conocido guarda entró en el vagón y se puso a encender las bujías.
Había tristeza tanto en el aire primaveral y en el oscurecido cielo, como en el vagón. El conocido guarda entró en el vagón y se puso a encender las bujías.
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