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Orar es hablar con Dios. Cuando oramos, nos dirigimos a Dios para alabarlo, para declararle nuestra confianza o para comunicarle a Dios nuestros problemas y nuestras luchas. Pero nos dice Romanos 8:26 que durante nuestra oración, el Espíritu Santo intercede por nosotros, de modo que cuando no sabemos cómo pedir, el mismo Espíritu de Dios nos ayuda a orar. Y vemos que a través de la oración, nuestras emociones son transformadas, nuestros pensamientos son moldeados y nuestra manera de ver la vida cambia. Esta es la obra de Dios en nuestro ser. Los salmos de sabiduría incluyen verdades de la Palabra de Dios. Y es que la Palabra de Dios transforma nuestra manera de ver las cosas y afirma la voluntad de Dios en nuestras vidas. Hay varias oraciones en las que el salmista, tras compartir su situación con Dios y repasar las verdades de la Palabra de Dios, habla, no a Dios, sino a su propio ser. No llamaríamos a esto orar, pero sí que es el resultado de haber pasado tiempo en oración con Dios.


En el Salmo 42:5, 11 y 44:5; el salmista repite la misma pregunta a su alma:

¿Por qué te abates, oh alma mía,
Y te turbas dentro de mí?
Espera en Dios; porque aún he de alabarle,
Salvación mía y Dios mío.

¿Por qué te abates, oh alma mía,
Y te turbas dentro de mí?
Espera en Dios; porque aún he de alabarle,
Salvación mía y Dios mío.

¿Por qué te abates, oh alma mía,
Y te turbas dentro de mí?
Espera en Dios; porque aún he de alabarle,
Salvación mía y Dios mío.

¿Paras tú a hablar con tu alma cuando no te sientes bien? Cuando estás turbada, ¿vas a Su presencia y hablas las verdades de la Palabra de Dios a tu propia alma? ¿’Dejas que la verdad de la Palabra llegue a los más profundo de tu ser?

David en el Salmo 103 habla a su alma:


“Bendice, alma mía, a Jehová, Y bendiga todo mi ser su santo nombre.
Bendice, alma mía, a Jehová, Y no olvides ninguno de sus beneficios.
El es quien perdona todas tus iniquidades, El que sana todas tus dolencias;
El que rescata del hoyo tu vida, El que te corona de favores y misericordias;
El que sacia de bien tu boca De modo que te rejuvenezcas como el águila.
Jehová es el que hace justicia Y derecho a todos los que padecen violencia.
Sus caminos notificó a Moisés, Y a los hijos de Israel sus obras.
Misericordioso y clemente es Jehová; Lento para la ira, y grande en misericordia.”
(Salmo 103:1-8)


Y tras repasar estas verdades sobre Dios, David anima a su alma a bendecir al Señor. Lo encontramos también en el Salmo 104 y más tarde en el 146.

Bendice, alma mía a aquel que tanto me ama, a aquel que me ha hecho y me guía.

¿Has hablado tú a tu propio ser de este modo en algún momento? Cuando nuestros pensamientos nos afanan o nos deprimen, vayamos a la presencia de Dios como hemos visto en los Salmos. Y una vez hayamos repasado las verdades que nos pueden liberar de las garras de nuestras dudas y temores, podremos hablarnos a nosotras mismas.
Para hoy para hablar con el Señor, y para hablar las verdades de Su Palabra a tu propio ser. Bendiga tu alma al Dios de los cielos.
Orar es hablar con Dios. Cuando oramos, nos dirigimos a Dios para alabarlo, para declararle nuestra confianza o para comunicarle a Dios nuestros problemas y nuestras luchas. Pero nos dice Romanos 8:26 que durante nuestra oración, el Espíritu Santo intercede por nosotros, de modo que cuando no sabemos cómo pedir, el mismo Espíritu de Dios nos ayuda a orar. Y vemos que a través de la oración, nuestras emociones son transformadas, nuestros pensamientos son moldeados y nuestra manera de ver la vida cambia. Esta es la obra de Dios en nuestro ser. Los salmos de sabiduría incluyen verdades de la Palabra de Dios. Y es que la Palabra de Dios transforma nuestra manera de ver las cosas y afirma la voluntad de Dios en nuestras vidas. Hay varias oraciones en las que el salmista, tras compartir su situación con Dios y repasar las verdades de la Palabra de Dios, habla, no a Dios, sino a su propio ser. No llamaríamos a esto orar, pero sí que es el resultado de haber pasado tiempo en oración con Dios. En el Salmo 42:5, 11 y 44:5; el salmista repite la misma pregunta a su alma: ¿Por qué te abates, oh alma mía, Y te turbas dentro de mí? Espera en Dios; porque aún he de alabarle, Salvación mía y Dios mío. ¿Por qué te abates, oh alma mía, Y te turbas dentro de mí? Espera en Dios; porque aún he de alabarle, Salvación mía y Dios mío. ¿Por qué te abates, oh alma mía, Y te turbas dentro de mí? Espera en Dios; porque aún he de alabarle, Salvación mía y Dios mío. ¿Paras tú a hablar con tu alma cuando no te sientes bien? Cuando estás turbada, ¿vas a Su presencia y hablas las verdades de la Palabra de Dios a tu propia alma? ¿’Dejas que la verdad de la Palabra llegue a los más profundo de tu ser? David en el Salmo 103 habla a su alma: “Bendice, alma mía, a Jehová, Y bendiga todo mi ser su santo nombre. Bendice, alma mía, a Jehová, Y no olvides ninguno de sus beneficios. El es quien perdona todas tus iniquidades, El que sana todas tus dolencias; El que rescata del hoyo tu vida, El que te corona de favores y misericordias; El que sacia de bien tu boca De modo que te rejuvenezcas como el águila. Jehová es el que hace justicia Y derecho a todos los que padecen violencia. Sus caminos notificó a Moisés, Y a los hijos de Israel sus obras. Misericordioso y clemente es Jehová; Lento para la ira, y grande en misericordia.” (Salmo 103:1-8) Y tras repasar estas verdades sobre Dios, David anima a su alma a bendecir al Señor. Lo encontramos también en el Salmo 104 y más tarde en el 146. Bendice, alma mía a aquel que tanto me ama, a aquel que me ha hecho y me guía. ¿Has hablado tú a tu propio ser de este modo en algún momento? Cuando nuestros pensamientos nos afanan o nos deprimen, vayamos a la presencia de Dios como hemos visto en los Salmos. Y una vez hayamos repasado las verdades que nos pueden liberar de las garras de nuestras dudas y temores, podremos hablarnos a nosotras mismas. Para hoy para hablar con el Señor, y para hablar las verdades de Su Palabra a tu propio ser. Bendiga tu alma al Dios de los cielos. read more read less

10 months ago #alma, #ansiedad, #bendición, #dudas, #habla, #oración, #transformación, #turbación