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La gran aclamación de la entrada triunfal de Jesús el domingo contrastan con los eventos del día siguiente. Marcos nos cuenta que el domingo “entró Jesús en Jerusalén, y en el templo; y habiendo mirado alrededor todas las cosas, como ya anochecía, se fue a Betania con los doce.” (11:11).

El domingo había entrado Jesús en el templo y había observado el negocio que se estaba haciendo en la casa de Dios, pero se dio la vuela y salió porque ya se hacía tarde. La limpieza del templo sería un asunto que tendría que esperar para el día siguiente.
El lunes volvió a entrar Jesús en el templo y esta vez no entró para observar.

Mateo 21:12-14
Y entró Jesús en el templo de Dios, y echó fuera a todos los que vendían y compraban en el templo, y volcó las mesas de los cambistas, y las sillas de los que vendían palomas; 13 y les dijo: Escrito está: Mi casa, casa de oración será llamada; mas vosotros la habéis hecho cueva de ladrones. 14 Y vinieron a él en el templo ciegos y cojos, y los sanó.

Jesús no podía ignorar lo que encontró en el templo. El sitio que debía ser santo se estaba usando para aprovecharse de los que venían para adorar. Se cambiaba monedas y vendían animales para el sacrificio de manera injusta. Sabemos que la práctica era inflar los precios, ya que la gente tendría que comprarlos ahí en el templo si no querían viajar con animales y correr el riesgo que se lastimaran por el camino. Jesús amonesta a los líderes religiosos por su mala gestión de la casa de su Padre y luego demuestra por su ejemplo la compasión de Dios, recibiendo a ciegos y cojos y sanándoles.

Así que los fariseos, aquellos religiosos encargados de los asuntos del templo, estaban molestos con él.

Mateo 21:15-17
15 Pero los principales sacerdotes y los escribas, viendo las maravillas que hacía, y a los muchachos aclamando en el templo y diciendo: ¡Hosanna al Hijo de David! se indignaron, 16 y le dijeron: ¿Oyes lo que éstos dicen? Y Jesús les dijo: Sí; ¿nunca leísteis:
De la boca de los niños y de los que maman
Perfeccionaste la alabanza? 17 Y dejándolos, salió fuera de la ciudad, a Betania, y posó allí.

La gente empezó a saludar a Jesús de la misma manera que lo habían hecho en la entrada triunfal. Hosanna, que quiere decir, “sálvanos, por favor” y estaban llamando a Jesús “el hijo de David”, un título mesiánico. Una vez más los fariseos querían que Jesús les callara, pero él les dijo que la alabanza de los jóvenes era perfecta, citando el Salmo 8:2.

Lucas 20:1-8
“Sucedió un día, que enseñando Jesús al pueblo en el templo, y anunciando el evangelio, llegaron los principales sacerdotes y los escribas, con los ancianos, y le hablaron diciendo: Dinos: ¿con qué autoridad haces estas cosas? ¿o quién es el que te ha dado esta autoridad? Respondiendo Jesús, les dijo: Os haré yo también una pregunta; respondedme: El bautismo de Juan, ¿era del cielo, o de los hombres?

Entonces ellos discutían entre sí, diciendo: Si decimos, del cielo, dirá: ¿Por qué, pues, no le creísteis?
Y si decimos, de los hombres, todo el pueblo nos apedreará; porque están persuadidos de que Juan era profeta.
Y respondieron que no sabían de dónde fuese.
Entonces Jesús les dijo: Yo tampoco os diré con qué autoridad hago estas cosas.”

Jesús decidió no contestarles, porque sabía que buscaban ocasión para acusarlo, y su hora no había llegado. Todavía tenía asuntos que atender en los días que seguían.

Pensemos un momento hoy. Dios nos dice que nuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, si es que hemos creído en Cristo para salvación. Si nuestro cuerpo es templo, ¿qué necesita el Señor limpiar para que Él se sienta honrado de verdad?
La gran aclamación de la entrada triunfal de Jesús el domingo contrastan con los eventos del día siguiente. Marcos nos cuenta que el domingo “entró Jesús en Jerusalén, y en el templo; y habiendo mirado alrededor todas las cosas, como ya anochecía, se fue a Betania con los doce.” (11:11). El domingo había entrado Jesús en el templo y había observado el negocio que se estaba haciendo en la casa de Dios, pero se dio la vuela y salió porque ya se hacía tarde. La limpieza del templo sería un asunto que tendría que esperar para el día siguiente. El lunes volvió a entrar Jesús en el templo y esta vez no entró para observar. Mateo 21:12-14 Y entró Jesús en el templo de Dios, y echó fuera a todos los que vendían y compraban en el templo, y volcó las mesas de los cambistas, y las sillas de los que vendían palomas; 13 y les dijo: Escrito está: Mi casa, casa de oración será llamada; mas vosotros la habéis hecho cueva de ladrones. 14 Y vinieron a él en el templo ciegos y cojos, y los sanó. Jesús no podía ignorar lo que encontró en el templo. El sitio que debía ser santo se estaba usando para aprovecharse de los que venían para adorar. Se cambiaba monedas y vendían animales para el sacrificio de manera injusta. Sabemos que la práctica era inflar los precios, ya que la gente tendría que comprarlos ahí en el templo si no querían viajar con animales y correr el riesgo que se lastimaran por el camino. Jesús amonesta a los líderes religiosos por su mala gestión de la casa de su Padre y luego demuestra por su ejemplo la compasión de Dios, recibiendo a ciegos y cojos y sanándoles. Así que los fariseos, aquellos religiosos encargados de los asuntos del templo, estaban molestos con él. Mateo 21:15-17 15 Pero los principales sacerdotes y los escribas, viendo las maravillas que hacía, y a los muchachos aclamando en el templo y diciendo: ¡Hosanna al Hijo de David! se indignaron, 16 y le dijeron: ¿Oyes lo que éstos dicen? Y Jesús les dijo: Sí; ¿nunca leísteis: De la boca de los niños y de los que maman Perfeccionaste la alabanza? 17 Y dejándolos, salió fuera de la ciudad, a Betania, y posó allí. La gente empezó a saludar a Jesús de la misma manera que lo habían hecho en la entrada triunfal. Hosanna, que quiere decir, “sálvanos, por favor” y estaban llamando a Jesús “el hijo de David”, un título mesiánico. Una vez más los fariseos querían que Jesús les callara, pero él les dijo que la alabanza de los jóvenes era perfecta, citando el Salmo 8:2. Lucas 20:1-8 “Sucedió un día, que enseñando Jesús al pueblo en el templo, y anunciando el evangelio, llegaron los principales sacerdotes y los escribas, con los ancianos, y le hablaron diciendo: Dinos: ¿con qué autoridad haces estas cosas? ¿o quién es el que te ha dado esta autoridad? Respondiendo Jesús, les dijo: Os haré yo también una pregunta; respondedme: El bautismo de Juan, ¿era del cielo, o de los hombres? Entonces ellos discutían entre sí, diciendo: Si decimos, del cielo, dirá: ¿Por qué, pues, no le creísteis? Y si decimos, de los hombres, todo el pueblo nos apedreará; porque están persuadidos de que Juan era profeta. Y respondieron que no sabían de dónde fuese. Entonces Jesús les dijo: Yo tampoco os diré con qué autoridad hago estas cosas.” Jesús decidió no contestarles, porque sabía que buscaban ocasión para acusarlo, y su hora no había llegado. Todavía tenía asuntos que atender en los días que seguían. Pensemos un momento hoy. Dios nos dice que nuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, si es que hemos creído en Cristo para salvación. Si nuestro cuerpo es templo, ¿qué necesita el Señor limpiar para que Él se sienta honrado de verdad? read more read less

2 years ago #bell, #biblia, #david, #lunes, #maribel, #ruiz, #santa, #semana