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«Ordena mis pasos con tu palabra, Y ninguna iniquidad se enseñoree de mí.» (Salmo 119:133)

En el versículo 11 de este salmo, David habla del poder de guardar de la Palabra de Dios en su corazón para ayudarle a evitar caer en el pecado: «En mi corazón he guardado tus dichos, Para no pecar contra ti». Aquí vuelve al pensamiento de la Palabra y el pecado, hablando de cómo la Palabra puede ayudarnos a romper el dominio del pecado sobre nosotros. Pero lo que me llama la atención es la relación específica que menciona. Pide en primer lugar que Dios le ayude a ordenar sus pasos por medio de la Palabra. Su deseo expresado en esta petición era vivir de acuerdo con lo que Dios había revelado a su pueblo en la Ley y los profetas. Luego la segunda frase edifica sobre la primera. El resultado de ordenar sus pasos así es la victoria sobre el pecado. Si dejamos que la Palabra ordene o controle nuestros pasos, podemos tener victoria sobre el pecado que nos asedia. O si miramos el inverso, si ignoramos los principios de la Palabra y hacemos lo que mejor nos parezca en cada situación en que nos encontramos, corremos el grave peligro de caer bajo el control del pecado, y el pecado se enseñoreará de nosotros. Las opciones son claras: o seremos controlados por la Palabra o seremos dominados por el pecado.

Andemos hoy conscientes de la Palabra, meditando en ella para que ella ordene nuestros pasos y así glorificaremos a nuestro Dios en victoria sobre el pecado. (David Bell)
«Ordena mis pasos con tu palabra, Y ninguna iniquidad se enseñoree de mí.» (Salmo 119:133) En el versículo 11 de este salmo, David habla del poder de guardar de la Palabra de Dios en su corazón para ayudarle a evitar caer en el pecado: «En mi corazón he guardado tus dichos, Para no pecar contra ti». Aquí vuelve al pensamiento de la Palabra y el pecado, hablando de cómo la Palabra puede ayudarnos a romper el dominio del pecado sobre nosotros. Pero lo que me llama la atención es la relación específica que menciona. Pide en primer lugar que Dios le ayude a ordenar sus pasos por medio de la Palabra. Su deseo expresado en esta petición era vivir de acuerdo con lo que Dios había revelado a su pueblo en la Ley y los profetas. Luego la segunda frase edifica sobre la primera. El resultado de ordenar sus pasos así es la victoria sobre el pecado. Si dejamos que la Palabra ordene o controle nuestros pasos, podemos tener victoria sobre el pecado que nos asedia. O si miramos el inverso, si ignoramos los principios de la Palabra y hacemos lo que mejor nos parezca en cada situación en que nos encontramos, corremos el grave peligro de caer bajo el control del pecado, y el pecado se enseñoreará de nosotros. Las opciones son claras: o seremos controlados por la Palabra o seremos dominados por el pecado. Andemos hoy conscientes de la Palabra, meditando en ella para que ella ordene nuestros pasos y así glorificaremos a nuestro Dios en victoria sobre el pecado. (David Bell) read more read less

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