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«Y Jehová dijo a Moisés: Di a Aarón tu hermano, que no en todo tiempo entre en el santuario detrás del velo, delante del propiciatorio que está sobre el arca, para que no muera; porque yo apareceré en la nube sobre el propiciatorio.» (Levítico 16:2)

Cuando Dios estableció su tabernáculo en el desierto, advirtió por medio de Moisés a Aaron que no traspasara el velo que separaba el lugar santo del lugar santísimo cuando quisiera, porque allí moraba Dios sobre el propiciatorio, una especie de trono sobre el arca. A primera vista parece extraño que Dios morara en una tienda en medio de su pueblo donde ni el sumo sacerdote pudiera entrar sino una sola vez al año. Pero lo importante es saber que no era porque Dios no quisiera tener comunión con su pueblo. Más bien lo que hacía falta era un sacrificio perfecto. Por eso cuando llegamos al Nuevo Pacto, esta prohibición se convierte en una exhortación: «Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro» (Hebreos 4:16). Purificados por la sangre del Cordero perfecto, podemos acercarnos, no una vez al año, sino en cualquier momento. Podemos aprovechemos esta enorme bendición para acercarnos al verdadero propiciatorio, el trono de gracia, muchas veces cada día.

Si has recibido el sacrificio perfecto de Cristo en tu lugar, cada vez que tienes un momento libre hoy, acércate al trono de gracia para gozar de la comunión con tu Dios. (David Bell)
«Y Jehová dijo a Moisés: Di a Aarón tu hermano, que no en todo tiempo entre en el santuario detrás del velo, delante del propiciatorio que está sobre el arca, para que no muera; porque yo apareceré en la nube sobre el propiciatorio.» (Levítico 16:2) Cuando Dios estableció su tabernáculo en el desierto, advirtió por medio de Moisés a Aaron que no traspasara el velo que separaba el lugar santo del lugar santísimo cuando quisiera, porque allí moraba Dios sobre el propiciatorio, una especie de trono sobre el arca. A primera vista parece extraño que Dios morara en una tienda en medio de su pueblo donde ni el sumo sacerdote pudiera entrar sino una sola vez al año. Pero lo importante es saber que no era porque Dios no quisiera tener comunión con su pueblo. Más bien lo que hacía falta era un sacrificio perfecto. Por eso cuando llegamos al Nuevo Pacto, esta prohibición se convierte en una exhortación: «Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro» (Hebreos 4:16). Purificados por la sangre del Cordero perfecto, podemos acercarnos, no una vez al año, sino en cualquier momento. Podemos aprovechemos esta enorme bendición para acercarnos al verdadero propiciatorio, el trono de gracia, muchas veces cada día. Si has recibido el sacrificio perfecto de Cristo en tu lugar, cada vez que tienes un momento libre hoy, acércate al trono de gracia para gozar de la comunión con tu Dios. (David Bell) read more read less

2 months ago #bell, #biblia, #comunión, #cristo, #david, #devocional, #levítico