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«Digo: ¿Qué es el hombre, para que tengas de él memoria, Y el hijo del hombre, para que lo visites?» (Salmos 8:4)

La primera y la última frase de este salmo nos llevan a contemplar la grandeza de nuestro Dios. ¡Cuán glorioso y grande es su nombre en toda la tierra! Conforme seguimos leyendo, encontramos que su gloria está escrita en los cielos arriba de nuestras cabezas. Solo un Dios Todopoderoso podría crear toda la grandeza y la belleza del universo que nos rodea. Pero el salmista enfatiza algo curioso de esta creación: según el versículo 6, Dios lo ha puesto todo debajo de nuestros pies, bajo nuestra autoridad. Por lo tanto, contemplar la obra de los dedos de Dios lleva al salmista a una pregunta profunda: si Dios es tan grande y glorioso, ¿por qué es que ha encargado al hombre con la responsabilidad de esta creación. ¿Qué hemos hecho para merecer la gloria y la honra con las cuales Dios nos ha coronado? El salmista no contesta su propia pregunta, pero el Nuevo Testamento sí nos ofrece una contestación. Se encuentra en un sólo concepto: el amor de Dios. Dios tanto amó al mundo que envió a su amado Hijo para dar su vida en rescate por nosotros para así redimirnos de nuestra condición pecaminosa, el fruto de nuestra rebeldía contra Él. El gran amor de Dios es la única explicación de por qué Dios tendría memoria de nosotros y mandaría a su Hijo para visitarnos.

El amor de Dios es una fuente de consuelo y de motivación para el cristiano redimido por la fe. Andemos hoy como es digno de nuestro amoroso Padre. (David Bell)
«Digo: ¿Qué es el hombre, para que tengas de él memoria, Y el hijo del hombre, para que lo visites?» (Salmos 8:4) La primera y la última frase de este salmo nos llevan a contemplar la grandeza de nuestro Dios. ¡Cuán glorioso y grande es su nombre en toda la tierra! Conforme seguimos leyendo, encontramos que su gloria está escrita en los cielos arriba de nuestras cabezas. Solo un Dios Todopoderoso podría crear toda la grandeza y la belleza del universo que nos rodea. Pero el salmista enfatiza algo curioso de esta creación: según el versículo 6, Dios lo ha puesto todo debajo de nuestros pies, bajo nuestra autoridad. Por lo tanto, contemplar la obra de los dedos de Dios lleva al salmista a una pregunta profunda: si Dios es tan grande y glorioso, ¿por qué es que ha encargado al hombre con la responsabilidad de esta creación. ¿Qué hemos hecho para merecer la gloria y la honra con las cuales Dios nos ha coronado? El salmista no contesta su propia pregunta, pero el Nuevo Testamento sí nos ofrece una contestación. Se encuentra en un sólo concepto: el amor de Dios. Dios tanto amó al mundo que envió a su amado Hijo para dar su vida en rescate por nosotros para así redimirnos de nuestra condición pecaminosa, el fruto de nuestra rebeldía contra Él. El gran amor de Dios es la única explicación de por qué Dios tendría memoria de nosotros y mandaría a su Hijo para visitarnos. El amor de Dios es una fuente de consuelo y de motivación para el cristiano redimido por la fe. Andemos hoy como es digno de nuestro amoroso Padre. (David Bell) read more read less

7 months ago #amor, #bell, #biblia, #david, #devocional, #evangelio, #salmo