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Al final del capítulo 6 vemos a Gedeón listo para la batalla, con 32000 hombres de guerra, pero todavía inseguro de si Dios estaría con él. Gedeón le pidió a Dios dos pruebas de su presencia, utilizando un trozo de cuero de oveja, y Dios le concedió las pruebas que Gedeón pidió. Vemos entonces que Gedeón fue con toda confianza hacia la batalla. Mas Dios tenía otra estrategia. Le dijo que tenía demasiados soldados. Gedeón tenía 32.000 hombres, frente a los 135.000 de los madianitas. No parece que fueran suficientes.

“Mas Jehová dijo a Gedeón: “El pueblo que está contigo es mucho para que yo entregue a los madianitas en su mano, no sea que se alabe Israel contra mí, diciendo: Mi mano me ha salvado.” Jueces 7:2

Gedeón pidió entonces a los soldados conforme Dios dictó que todos los que tuvieran miedo de salir a la batalla volvieran a sus casas. Nos dice el texto que 22000 se volvieron a sus casas, quedando solo 10000.
“ Y Jehová dijo a Gedeón: Aún es mucho el pueblo; llévalos a las aguas, y allí te los probaré; y del que yo te diga: Vaya éste contigo, irá contigo; mas de cualquiera que yo te diga: Este no vaya contigo, el tal no irá.”

Así que Dios le pidió que todo el que se hubiera arrodillado para beber podría irse a casa, quedándose tan solo con trescientos hombres que habían bebido lamiendo el agua.

Y así, los trescientos hombres fueron a la batalla con sus trompetas en una mano y unas teas ardiendo en la otra. Dios, milagrosamente hizo que los madianitas, amalecitas y los de oriente se levantaran alarmados y confundidos, desenvainando espada contra ellos mismos.

Es precioso ver cómo los trescientos hombres siguieron las instrucciones de Dios que para un hombre de guerra no parecerían tener sentido. Los trescientos que quedaron fueron sin duda hombres que estaban confiando en Dios y en el hombre que Dios había puesto en liderazgo. Esa noche, la fe de Gedeón les dio valor para atacar sin espada un ejército de 135000 soldados armados.

Y Dios les dio la victoria, haciendo que los que quedaban del ejército de Madián salieran huyendo. Avisaron a sus hermanos de Efraín, Manasés, Aser, y Neftalí para que salieran al encuentro de los madianitas y pudieran tomar los vados que estos dominaban.

Durante toda esta guerra de liberación, vemos que Gedeón mantuvo una actitud humilde que necesitaba la aprobación de Dios para dar el siguiente paso. En el capítulo ocho, cuando los de Efraín le reprochan el no haberlos llamado antes para la batalla, encontramos a Gedeón respondiendo humildemente:

“¿Qué he hecho yo ahora comparado con vosotros? ¿No es el rebusco de Efraín mejor que la vendimia de Abiezer?” Gedeón minimiza sus hazañas, y agradece la ayuda de otros.

El pueblo de Israel estaba encantado con el liderazgo de Gedeón. Nos dice Jueces 8

“Y los israelitas dijeron a Gedeón: Sé nuestro señor, tú, y tu hijo, y tu nieto; pues que nos has librado de mano de Madián.”

Se había levantado un líder a quien todos querían seguir. Pero vemos que Gedeón mantenía su enfoque en el Señor.

“Mas Gedeón respondió: No seré señor sobre vosotros, ni mi hijo os señoreará: Jehová señoreará sobre vosotros.”

Tenía claro Gedeón que Dios mismo debía ser el que liderara al pueblo. Mas unos versículos más tarde, Gedeón tomó una decisión que cambiaría su trayectoria. Nos dice el versículo 27:

“Y Gedeón hizo de ellos (los tesoros del botín) un efod, el cual hizo guardar en su ciudad de Ofra; y todo Israel se prostituyó tras de ese efod en aquel lugar; y fue tropezadero a Gedeón y a su casa.”


A la medida que continúa la historia, vemos que Gedeón permitió que la fama y el poder lo transformen. Se convirtió en un hombre poderoso y popular. Tuvo 70 hijos de diferentes esposas, y también tuvo concubinas. Y el nombre de uno de sus hijos, Abimelec, literalmente “mi padre es el rey” nos revela que Gedeón llegó a señorear sobre el pueblo a pesar de su buen deseo previo.

En el capítulo 8 leemos que con la muerte de Gedeón comenzó un nuevo ciclo de decadencia.

“Pero aconteció que cuando murió Gedeón, los hijos de Israel volvieron a prostituirse yendo tras los baales, y escogieron por dios a Baal-berit. Y no se acordaron los hijos de Israel de Jehová su Dios, que los había librado de todos sus enemigos en derredor;
ni se mostraron agradecidos con la casa de Jerobaal, el cual es Gedeón, conforme a todo el bien que él había hecho a Israel.”

Abimelec, hijo de Gedeón llegó a matar a sus hermanos para poder liderar él ilícitamente, causando que el nombre de su familia fuera despreciado y trayendo sobre sí una muerte merecidamente cruel. Y el pueblo de Israel dejó de seguir al Señor, como hemos visto anteriormente. Dios levantó a Tola que guió en la zona que Dios le puso durante 23 años y a Jair en su territorio durante 22, y luego vemos que Jefté liberó al pueblo de manos de los amonitas, aunque este también tomó malas decisiones que le trajeron gran pérdida.

Así que una vez más, vemos cómo el liderazgo humano, por muy bueno que el candidato sea, acaba corrompiéndose u olvidándose. Las cosas que hacen bien con el tiempo se olvidan, y los errores que cometen, a sabiendas o no, acaban volviéndose contra ellos.

Concluimos que tanto los que lideran como los que no, somos seres fallidos. La marca de lo ocurrido en Edén sigue vigente en cada uno de nosotros, y no hay justo ni aún uno, como nos recuerda Romanos 10.

Y sí, una vez más, y no se cansa Dios de recordárnoslo con estas historias de la humanidad, seguimos mirando hacia Juez justo, a nuestro libertador, Jesucirsto. Y de eso trata esta, la Palabra de Dios.

Efesios 1:17 es también mi oración:
“que el Dios de nuestro Señor Jesucristo, el Padre de gloria, os dé espíritu de sabiduría y de revelación en el conocimiento de él”
Al final del capítulo 6 vemos a Gedeón listo para la batalla, con 32000 hombres de guerra, pero todavía inseguro de si Dios estaría con él. Gedeón le pidió a Dios dos pruebas de su presencia, utilizando un trozo de cuero de oveja, y Dios le concedió las pruebas que Gedeón pidió. Vemos entonces que Gedeón fue con toda confianza hacia la batalla. Mas Dios tenía otra estrategia. Le dijo que tenía demasiados soldados. Gedeón tenía 32.000 hombres, frente a los 135.000 de los madianitas. No parece que fueran suficientes. “Mas Jehová dijo a Gedeón: “El pueblo que está contigo es mucho para que yo entregue a los madianitas en su mano, no sea que se alabe Israel contra mí, diciendo: Mi mano me ha salvado.” Jueces 7:2 Gedeón pidió entonces a los soldados conforme Dios dictó que todos los que tuvieran miedo de salir a la batalla volvieran a sus casas. Nos dice el texto que 22000 se volvieron a sus casas, quedando solo 10000. “ Y Jehová dijo a Gedeón: Aún es mucho el pueblo; llévalos a las aguas, y allí te los probaré; y del que yo te diga: Vaya éste contigo, irá contigo; mas de cualquiera que yo te diga: Este no vaya contigo, el tal no irá.” Así que Dios le pidió que todo el que se hubiera arrodillado para beber podría irse a casa, quedándose tan solo con trescientos hombres que habían bebido lamiendo el agua. Y así, los trescientos hombres fueron a la batalla con sus trompetas en una mano y unas teas ardiendo en la otra. Dios, milagrosamente hizo que los madianitas, amalecitas y los de oriente se levantaran alarmados y confundidos, desenvainando espada contra ellos mismos. Es precioso ver cómo los trescientos hombres siguieron las instrucciones de Dios que para un hombre de guerra no parecerían tener sentido. Los trescientos que quedaron fueron sin duda hombres que estaban confiando en Dios y en el hombre que Dios había puesto en liderazgo. Esa noche, la fe de Gedeón les dio valor para atacar sin espada un ejército de 135000 soldados armados. Y Dios les dio la victoria, haciendo que los que quedaban del ejército de Madián salieran huyendo. Avisaron a sus hermanos de Efraín, Manasés, Aser, y Neftalí para que salieran al encuentro de los madianitas y pudieran tomar los vados que estos dominaban. Durante toda esta guerra de liberación, vemos que Gedeón mantuvo una actitud humilde que necesitaba la aprobación de Dios para dar el siguiente paso. En el capítulo ocho, cuando los de Efraín le reprochan el no haberlos llamado antes para la batalla, encontramos a Gedeón respondiendo humildemente: “¿Qué he hecho yo ahora comparado con vosotros? ¿No es el rebusco de Efraín mejor que la vendimia de Abiezer?” Gedeón minimiza sus hazañas, y agradece la ayuda de otros. El pueblo de Israel estaba encantado con el liderazgo de Gedeón. Nos dice Jueces 8 “Y los israelitas dijeron a Gedeón: Sé nuestro señor, tú, y tu hijo, y tu nieto; pues que nos has librado de mano de Madián.” Se había levantado un líder a quien todos querían seguir. Pero vemos que Gedeón mantenía su enfoque en el Señor. “Mas Gedeón respondió: No seré señor sobre vosotros, ni mi hijo os señoreará: Jehová señoreará sobre vosotros.” Tenía claro Gedeón que Dios mismo debía ser el que liderara al pueblo. Mas unos versículos más tarde, Gedeón tomó una decisión que cambiaría su trayectoria. Nos dice el versículo 27: “Y Gedeón hizo de ellos (los tesoros del botín) un efod, el cual hizo guardar en su ciudad de Ofra; y todo Israel se prostituyó tras de ese efod en aquel lugar; y fue tropezadero a Gedeón y a su casa.” A la medida que continúa la historia, vemos que Gedeón permitió que la fama y el poder lo transformen. Se convirtió en un hombre poderoso y popular. Tuvo 70 hijos de diferentes esposas, y también tuvo concubinas. Y el nombre de uno de sus hijos, Abimelec, literalmente “mi padre es el rey” nos revela que Gedeón llegó a señorear sobre el pueblo a pesar de su buen deseo previo. En el capítulo 8 leemos que con la muerte de Gedeón comenzó un nuevo ciclo de decadencia. “Pero aconteció que cuando murió Gedeón, los hijos de Israel volvieron a prostituirse yendo tras los baales, y escogieron por dios a Baal-berit. Y no se acordaron los hijos de Israel de Jehová su Dios, que los había librado de todos sus enemigos en derredor; ni se mostraron agradecidos con la casa de Jerobaal, el cual es Gedeón, conforme a todo el bien que él había hecho a Israel.” Abimelec, hijo de Gedeón llegó a matar a sus hermanos para poder liderar él ilícitamente, causando que el nombre de su familia fuera despreciado y trayendo sobre sí una muerte merecidamente cruel. Y el pueblo de Israel dejó de seguir al Señor, como hemos visto anteriormente. Dios levantó a Tola que guió en la zona que Dios le puso durante 23 años y a Jair en su territorio durante 22, y luego vemos que Jefté liberó al pueblo de manos de los amonitas, aunque este también tomó malas decisiones que le trajeron gran pérdida. Así que una vez más, vemos cómo el liderazgo humano, por muy bueno que el candidato sea, acaba corrompiéndose u olvidándose. Las cosas que hacen bien con el tiempo se olvidan, y los errores que cometen, a sabiendas o no, acaban volviéndose contra ellos. Concluimos que tanto los que lideran como los que no, somos seres fallidos. La marca de lo ocurrido en Edén sigue vigente en cada uno de nosotros, y no hay justo ni aún uno, como nos recuerda Romanos 10. Y sí, una vez más, y no se cansa Dios de recordárnoslo con estas historias de la humanidad, seguimos mirando hacia Juez justo, a nuestro libertador, Jesucirsto. Y de eso trata esta, la Palabra de Dios. Efesios 1:17 es también mi oración: “que el Dios de nuestro Señor Jesucristo, el Padre de gloria, os dé espíritu de sabiduría y de revelación en el conocimiento de él” read more read less

about 1 year ago #abimelec, #gedeón, #libertador, #madianitas, #peligro, #poder, #rey, #salvador