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06:32
Mateo 12:38-42; Lc. 11.29-32
Mateo 16:1-4; Mr. 8.11-13; Lc. 12.54-56

En diversas ocasiones encontramos a personas que tras recibir un encargo de parte de Dios, dudaron, y Dios les dio una señal. Podemos mencionar a Moisés, al que Dios le pidió que tirara la vara al suelo para mostrarle el poder con el que se presentaría ante faraón; o Gedeón, el cual pidió dos señales diferentes antes de enfrentarse al inmenso ejército enemigo con tan solo 300 soldados. Y Dios les dio señal, y esto sirvió de afirmación de que lo que Dios les estaba prometiendo era fiable.

Sin embargo, en los evangelio encontramos a personas que a pesar de ver las señales milagrosas de Jesús, seguían sin querer creer en este. Mateo 12 nos narra que “vinieron algunos de los escribas y de los fariseos, diciendo: Maestro, deseamos ver de ti señal.”

Curiosamente lo llaman Maestro, pero no quieren someterse a su autoridad y enseñanza, no hasta que este les muestre señal. ¿Pero no les bastaba todo lo que estaban viendo? Estos hombres habían estudiado las Escrituras. Deberían ser los primeros en reconocer al Hijo del Hombre enviado a la Tierra. Deberían estar reconociendo lo que los profetas habían anunciado del Mesías y ser los primeros en seguirlo. Sin embargo estaban eligiendo dudar, y demandar señal.

La contestación de Jesús no fue lo que buscaban, seguramente. Este dijo: “La generación mala y adúltera demanda señal; pero señal no le será dada, sino la señal del profeta Jonás.”

Una respuesta similar recibirían otros como estos que unos capítulos más tarde pedían señal del cielo. Jesús los amonestó diciéndoles básicamente: Estudiais el cielo para predecir el tiempo, sin embargo no sois capaces de estudiar los tiempos para reconocer al Mesías. No tendréis más señal de la que ya os ha sido dada; la del profeta Jonás (Mateo 16:4). ¿Cuál era la señal del profeta?

Cuando leemos la historia de Jonás, no pensamos que sería una señal profética sobre lo que acontecería al Mesías. Dice el Señor: “Porque como estuvo Jonás en el vientre del gran pez tres días y tres noches, así estará el Hijo del Hombre en el corazón de la tierra tres días y tres noches.” Jesús les estaba dando una señal que no podrían identificar hasta después de muerto Jesús, y al llegar el momento de su resurrección. Mas el Señor sabía que la incredulidad de estos hombres no les permitiría ver la realidad, porque cuando uno decide no creer, sus ojos están cegados a la verdad.

Estos que demandaban señal para poder creer recibieron esta reprimenda:

“Los hombres de Nínive se levantarán en el juicio con esta generación, y la condenarán; porque ellos se arrepintieron a la predicación de Jonás, y he aquí más que Jonás en este lugar.
La reina del Sur se levantará en el juicio con esta generación, y la condenará; porque ella vino de los fines de la tierra para oír la sabiduría de Salomón, y he aquí más que Salomón en este lugar.”


Jesús los compara a los habitantes de Nínive y a la reina del Sur. Los de Nínive, al recibir palabra del profeta, creyeron y se arrepintieron. La reina del Sur, habiendo oído del Dios Verdadero, dejó sus dioses falsos y viajó larga distancia para oír de Dios por boca del rey Salomón. Jesús dice que en el día del juicio, cuando estos escribas y fariseos dieran excusas de que no sabían, de que no lo habían entendido bien, de que no habían tenido señal, el ejemplo de los de Nínive y de la reina del Sur, figuras que estos considerarían paganos, los condenarían.

Y es que ahora estos tenían delante a uno mucho mayor que Jonás y Salomón. Y sin embargo, en lugar de creer, demandaban señal.

¿Qué te haría falta a ti para creer a Cristo? ¿Qué señal sería suficiente para que, dejando los dioses falsos de esta época, te volvieras a Dios?

Nos han sido dadas señales El señor Jesús resucitó, y fueron muchos los que lo vieron. Hay evidencia suficiente para creer en el Verdadero Dios, por lo cual, como nos dice Romanos 1:20, no tenemos excusa. Tenemos como señal la Palabra escrita de Dios, tenemos como señal la evidencia plasmada en la creación. Tenemos como evidencia el poder de Dios en la vida de aquellos que a Él se acercan.

Creamos con confianza; no hay motivo alguno para dudar que Dios es, y que es fiel, como leemos en Hebreos 11:6.

“Pero sin fe es imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que le hay, y que es galardonador de los que le buscan.”
Mateo 12:38-42; Lc. 11.29-32 Mateo 16:1-4; Mr. 8.11-13; Lc. 12.54-56 En diversas ocasiones encontramos a personas que tras recibir un encargo de parte de Dios, dudaron, y Dios les dio una señal. Podemos mencionar a Moisés, al que Dios le pidió que tirara la vara al suelo para mostrarle el poder con el que se presentaría ante faraón; o Gedeón, el cual pidió dos señales diferentes antes de enfrentarse al inmenso ejército enemigo con tan solo 300 soldados. Y Dios les dio señal, y esto sirvió de afirmación de que lo que Dios les estaba prometiendo era fiable. Sin embargo, en los evangelio encontramos a personas que a pesar de ver las señales milagrosas de Jesús, seguían sin querer creer en este. Mateo 12 nos narra que “vinieron algunos de los escribas y de los fariseos, diciendo: Maestro, deseamos ver de ti señal.” Curiosamente lo llaman Maestro, pero no quieren someterse a su autoridad y enseñanza, no hasta que este les muestre señal. ¿Pero no les bastaba todo lo que estaban viendo? Estos hombres habían estudiado las Escrituras. Deberían ser los primeros en reconocer al Hijo del Hombre enviado a la Tierra. Deberían estar reconociendo lo que los profetas habían anunciado del Mesías y ser los primeros en seguirlo. Sin embargo estaban eligiendo dudar, y demandar señal. La contestación de Jesús no fue lo que buscaban, seguramente. Este dijo: “La generación mala y adúltera demanda señal; pero señal no le será dada, sino la señal del profeta Jonás.” Una respuesta similar recibirían otros como estos que unos capítulos más tarde pedían señal del cielo. Jesús los amonestó diciéndoles básicamente: Estudiais el cielo para predecir el tiempo, sin embargo no sois capaces de estudiar los tiempos para reconocer al Mesías. No tendréis más señal de la que ya os ha sido dada; la del profeta Jonás (Mateo 16:4). ¿Cuál era la señal del profeta? Cuando leemos la historia de Jonás, no pensamos que sería una señal profética sobre lo que acontecería al Mesías. Dice el Señor: “Porque como estuvo Jonás en el vientre del gran pez tres días y tres noches, así estará el Hijo del Hombre en el corazón de la tierra tres días y tres noches.” Jesús les estaba dando una señal que no podrían identificar hasta después de muerto Jesús, y al llegar el momento de su resurrección. Mas el Señor sabía que la incredulidad de estos hombres no les permitiría ver la realidad, porque cuando uno decide no creer, sus ojos están cegados a la verdad. Estos que demandaban señal para poder creer recibieron esta reprimenda: “Los hombres de Nínive se levantarán en el juicio con esta generación, y la condenarán; porque ellos se arrepintieron a la predicación de Jonás, y he aquí más que Jonás en este lugar. La reina del Sur se levantará en el juicio con esta generación, y la condenará; porque ella vino de los fines de la tierra para oír la sabiduría de Salomón, y he aquí más que Salomón en este lugar.” Jesús los compara a los habitantes de Nínive y a la reina del Sur. Los de Nínive, al recibir palabra del profeta, creyeron y se arrepintieron. La reina del Sur, habiendo oído del Dios Verdadero, dejó sus dioses falsos y viajó larga distancia para oír de Dios por boca del rey Salomón. Jesús dice que en el día del juicio, cuando estos escribas y fariseos dieran excusas de que no sabían, de que no lo habían entendido bien, de que no habían tenido señal, el ejemplo de los de Nínive y de la reina del Sur, figuras que estos considerarían paganos, los condenarían. Y es que ahora estos tenían delante a uno mucho mayor que Jonás y Salomón. Y sin embargo, en lugar de creer, demandaban señal. ¿Qué te haría falta a ti para creer a Cristo? ¿Qué señal sería suficiente para que, dejando los dioses falsos de esta época, te volvieras a Dios? Nos han sido dadas señales El señor Jesús resucitó, y fueron muchos los que lo vieron. Hay evidencia suficiente para creer en el Verdadero Dios, por lo cual, como nos dice Romanos 1:20, no tenemos excusa. Tenemos como señal la Palabra escrita de Dios, tenemos como señal la evidencia plasmada en la creación. Tenemos como evidencia el poder de Dios en la vida de aquellos que a Él se acercan. Creamos con confianza; no hay motivo alguno para dudar que Dios es, y que es fiel, como leemos en Hebreos 11:6. “Pero sin fe es imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que le hay, y que es galardonador de los que le buscan.” read more read less

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