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Juan el Bautista, unos meses mayor que Jesús, comenzó su ministerio antes que su pariente, predicando sobre el pecado de Israel y el necesario arrepentimiento, preparando el camino para la obra que Cristo llevaría a cabo, Leemos en Mateo 3:1-3

“En aquellos días vino Juan el Bautista predicando en el desierto de Judea, y diciendo: Arrepentíos, porque el reino de los cielos se ha acercado. Pues este es aquel de quien habló el profeta Isaías, cuando dijo: Voz del que clama en el desierto: Preparad el camino del Señor, Enderezad sus sendas.”

Mateo, Marcos, Lucas y Juan narran el ministerio de Juan el Bautista, y hacen eco de la profecía de Isaías 40 sobre aquel que vendría preparando el camino para la llegada del Mesías.

Como nos narra Mateo en el capítulo 3, Juan predicaba en el desierto de Judea sobre la necesidad de arrepentimiento. (Mateo 3:5-6)

“Y salía a él Jerusalén, y toda Judea, y toda la provincia de alrededor del Jordán, y eran bautizados por él en el Jordán, confesando sus pecados.”

Venían de toda la región, y se arrepentían, y Juan los bautizaba. Su ministerio se extendió incluso a los líderes religiosos. Leemos que “muchos de los fariseos y de los saduceos venían a su bautismo” Sin embargo, Juan, que no parecía intimidado por la autoridad de estos, “les decía: ¡Generación de víboras! ¿Quién os enseñó a huir de la ira venidera? Haced, pues, frutos dignos de arrepentimiento, y no penséis decir dentro de vosotros mismos: A Abraham tenemos por padre; porque yo os digo que Dios puede levantar hijos a Abraham aun de estas piedras.”

Estos líderes religiosos de la época venían al bautismo de Juan, pero no mostraban un arrepentimiento genuino, ya que sus obras no cambiaban. Su confianza estaba en que eran de la nación escogida de Dios. Pensaban que porque eran descendientes de Abraham tenían el cielo ganado. Sin embargo, Juan les habla fuertemente, llamándoles “generación de víboras”. Solo Cristo podría librarlos de la ira venidera.

Juan hablaba de aquel que venía detrás de él. Juan nunca habló de sí mismo como el dador de perdón. Él predicaba el arrepentimiento, ingrediente imprescindible para obtener el perdón que vendría con Mesías. Juan les dice que él bautizaba con agua, mas Cristo bautizaría con el Espíritu Santo y fuego. Juan no podía saber si aquellos que venían a bautizarse arrepentidos de sus pecados representaban en realidad arrepentimiento genuino, pero Cristo sería diferente. Él conocería el alma de cada uno. Juan les proclamaba el que venía detrás de Él diciendo: “limpiará su era, recogerá su trigo y quemará la paja”. El bautismo de Cristo sería diferente, porque sería una obra del Espíritu Santo. Aquellos que en arrepentimiento sincero vienen a Cristo para perdón de pecados permanecen en Él y Él en ellos. Estos son el trigo de Dios. Juan no podía discernir entre el arrepentimiento verdadero y una mera muestra de religiosidad. Pero Dios sí. Él sabe los que son suyos y los que solo están aparentando. Y Él recogerá su trigo y quemará la paja.

Vemos Juan era muy distinto en personalidad y método a Jesús. En varios textos de los evangelios vemos un contraste entre ambos, y Cristo, en Lucas 7, después de identificar a Juan ante los oyentes como el profeta enviado para preparar el camino, hace referencia a sus diferencias ante la gente diciendo en el 33-34:

“Porque vino Juan el Bautista, que ni comía pan ni bebía vino, y decís: Demonio tiene.
Vino el Hijo del Hombre, que come y bebe, y decís: Este es un hombre comilón y bebedor de vino, amigo de publicanos y de pecadores.”

Los mismos que criticaban a Juan por tener un estilo más excéntrico criticaban a Jesús por relacionarse con muchos y comer con ellos. Mas lo que estaban rechazando en ambos era el mensaje de arrepentimiento y fe para salvación de pecados.

Juan cumplió el propósito que Dios tenía para él con su personalidad propia, mas siempre fiel a Dios, predicando el arrepentimiento a quien lo escuchaba, y enseñando a sus discípulos a orar, como podemos ver de Lucas 11:1. Vemos que aunque era muy distinto a Jesús, no por ello desestimó el ministerio que Dios le había dado a él, sino que se dio de sí mismo para dirigir la mirada de aquellos que le siguieran hacia Cristo, el Salvador. Que esa sea una meta para cada una de nosotras, y que con la personalidad y dones que el Señor nos haya dado, guiemos a otros hacia Cristo.
Juan el Bautista, unos meses mayor que Jesús, comenzó su ministerio antes que su pariente, predicando sobre el pecado de Israel y el necesario arrepentimiento, preparando el camino para la obra que Cristo llevaría a cabo, Leemos en Mateo 3:1-3 “En aquellos días vino Juan el Bautista predicando en el desierto de Judea, y diciendo: Arrepentíos, porque el reino de los cielos se ha acercado. Pues este es aquel de quien habló el profeta Isaías, cuando dijo: Voz del que clama en el desierto: Preparad el camino del Señor, Enderezad sus sendas.” Mateo, Marcos, Lucas y Juan narran el ministerio de Juan el Bautista, y hacen eco de la profecía de Isaías 40 sobre aquel que vendría preparando el camino para la llegada del Mesías. Como nos narra Mateo en el capítulo 3, Juan predicaba en el desierto de Judea sobre la necesidad de arrepentimiento. (Mateo 3:5-6) “Y salía a él Jerusalén, y toda Judea, y toda la provincia de alrededor del Jordán, y eran bautizados por él en el Jordán, confesando sus pecados.” Venían de toda la región, y se arrepentían, y Juan los bautizaba. Su ministerio se extendió incluso a los líderes religiosos. Leemos que “muchos de los fariseos y de los saduceos venían a su bautismo” Sin embargo, Juan, que no parecía intimidado por la autoridad de estos, “les decía: ¡Generación de víboras! ¿Quién os enseñó a huir de la ira venidera? Haced, pues, frutos dignos de arrepentimiento, y no penséis decir dentro de vosotros mismos: A Abraham tenemos por padre; porque yo os digo que Dios puede levantar hijos a Abraham aun de estas piedras.” Estos líderes religiosos de la época venían al bautismo de Juan, pero no mostraban un arrepentimiento genuino, ya que sus obras no cambiaban. Su confianza estaba en que eran de la nación escogida de Dios. Pensaban que porque eran descendientes de Abraham tenían el cielo ganado. Sin embargo, Juan les habla fuertemente, llamándoles “generación de víboras”. Solo Cristo podría librarlos de la ira venidera. Juan hablaba de aquel que venía detrás de él. Juan nunca habló de sí mismo como el dador de perdón. Él predicaba el arrepentimiento, ingrediente imprescindible para obtener el perdón que vendría con Mesías. Juan les dice que él bautizaba con agua, mas Cristo bautizaría con el Espíritu Santo y fuego. Juan no podía saber si aquellos que venían a bautizarse arrepentidos de sus pecados representaban en realidad arrepentimiento genuino, pero Cristo sería diferente. Él conocería el alma de cada uno. Juan les proclamaba el que venía detrás de Él diciendo: “limpiará su era, recogerá su trigo y quemará la paja”. El bautismo de Cristo sería diferente, porque sería una obra del Espíritu Santo. Aquellos que en arrepentimiento sincero vienen a Cristo para perdón de pecados permanecen en Él y Él en ellos. Estos son el trigo de Dios. Juan no podía discernir entre el arrepentimiento verdadero y una mera muestra de religiosidad. Pero Dios sí. Él sabe los que son suyos y los que solo están aparentando. Y Él recogerá su trigo y quemará la paja. Vemos Juan era muy distinto en personalidad y método a Jesús. En varios textos de los evangelios vemos un contraste entre ambos, y Cristo, en Lucas 7, después de identificar a Juan ante los oyentes como el profeta enviado para preparar el camino, hace referencia a sus diferencias ante la gente diciendo en el 33-34: “Porque vino Juan el Bautista, que ni comía pan ni bebía vino, y decís: Demonio tiene. Vino el Hijo del Hombre, que come y bebe, y decís: Este es un hombre comilón y bebedor de vino, amigo de publicanos y de pecadores.” Los mismos que criticaban a Juan por tener un estilo más excéntrico criticaban a Jesús por relacionarse con muchos y comer con ellos. Mas lo que estaban rechazando en ambos era el mensaje de arrepentimiento y fe para salvación de pecados. Juan cumplió el propósito que Dios tenía para él con su personalidad propia, mas siempre fiel a Dios, predicando el arrepentimiento a quien lo escuchaba, y enseñando a sus discípulos a orar, como podemos ver de Lucas 11:1. Vemos que aunque era muy distinto a Jesús, no por ello desestimó el ministerio que Dios le había dado a él, sino que se dio de sí mismo para dirigir la mirada de aquellos que le siguieran hacia Cristo, el Salvador. Que esa sea una meta para cada una de nosotras, y que con la personalidad y dones que el Señor nos haya dado, guiemos a otros hacia Cristo. read more read less

3 months ago #arrepentimiento, #bautismo, #camino, #fe, #isaías, #jesús, #pecados, #perdón, #preparar, #profeta, #propósito