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Evangelios-004 La niñez de Jesús

Evangelios-004 La niñez de Jesús
Jan 11, 2024 · 7m 5s

Cuando María y José fueron al templo a dedicar a Jesús, hubo dos personajes que guiados por el Espíritu Santo de Dios reconocieron al Mesías todavía en forma de infante,...

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Cuando María y José fueron al templo a dedicar a Jesús, hubo dos personajes que guiados por el Espíritu Santo de Dios reconocieron al Mesías todavía en forma de infante, entendiendo el importante papel que este venía a cumplir.

Lucas 2 nos narra que cuando José y María entraron al templo en Jerusalén con el bebé Jesús, se les acercó Simeón, un hombre justo y piadoso que como nos dice el texto, “esperaba la consolación de Israel; y el Espíritu Santo estaba sobre él. Y le había sido revelado por el Espíritu Santo, que no vería la muerte antes que viese al Ungido del Señor. Y movido por el Espíritu, vino al templo. Y cuando los padres del niño Jesús lo trajeron al templo, para hacer por él conforme al rito de la ley, él le tomó en sus brazos, y bendijo a Dios, diciendo:
Ahora, Señor, despides a tu siervo en paz, Conforme a tu palabra; Porque han visto mis ojos tu salvación, La cual has preparado en presencia de todos los pueblos; Luz para revelación a los gentiles, Y gloria de tu pueblo Israel.”

Al escuchar estas palabras proféticas de la boca de Simeón, dice el versículo 33 que “José y María estaban maravillados de todo lo que se decía de él.”

“Y los bendijo Simeón, y dijo a su madre María: He aquí, éste está puesto para caída y para levantamiento de muchos en Israel, y para señal que será contradicha (y una espada traspasará tu misma alma), para que sean revelados los pensamientos de muchos corazones.”

Justo estos días estaba viendo un documental en el canal de Historia sobre Jesús, donde se insinuaba que JEsús no supo muy bien cuál era su ministerio aquí en la Tierra, y que lo fue descubriendo y variando. La Palabra de Dios deja claro el propósito de la venida del Cristo. Aquí Simeón proclama el sufrimiento de Cristo para que muchos corazones fueran abiertos. José y María sabían el propósito del pequeño, aún si no o llegaban a comprender del todo. A Simeón le fue revelada la identidad del Mesías que había de venir. Y no solo a él; también a una viuda que estaba presente en el templo ese día, como había acostumbrado durante sus muchos años de vida dedicados al servicio de Dios. Ana, “viuda hacía ochenta y cuatro años; no se apartaba del templo, sirviendo de noche y de día con ayunos y oraciones. Esta, presentándose en la misma hora, daba gracias a Dios, y hablaba del niño a todos los que esperaban la redención en Jerusalén”, nos narra Lucas 2:37-38. Estos fieles siervos del Altísimo pudieron reconocer al Mesías y lo proclamaban donde quiera que estuvieran. Sin duda, todos los que esperaban al verdadero Mesías lo pudieron reconocer en Judea, y la Palabra de Dios dice que todo el que lo busca, lo haya, como nos dice Mateo 7:8.

Después de la visita de los magos de oriente, Cuando Herodes inició la búsqueda de Jesús para matarlo, José y María salieron hacia el sur, a Egipto para huir de la furia del monarca. Allí vivieron hasta la muerte de Herodes, y volvieron a la tierra de Israel. Pero temiendo que Arquelao, hijo sucesor de Herodes en el trono pudiera hacerle daño al niño, se instalaron en la región de Galilea en vez de ir a Judea, su tierra natal. Fue ahí, en Nazaret, donde Jesús pasó su juventud, y por eso le llamarían nazareno, o galileo durante su ministerio (Lucas 2:39 y Mateo 2:23; 26:69)

Nos dice Lucas 2:41 que cada año, José y María iban a Jerusalén a celebrar la pascua en el templo, y traían con ellos a Jesús. Tenemos incluso grabado en Lucas 2 un incidente en el que tras haber perdido al jovencito Jesús de 12 años, José y María lo encontraron en el templo, “sentado en medio de los doctores de la ley, oyéndoles y preguntándoles. Y todos los que le oían, se maravillaban de su inteligencia y de sus respuestas.”

José y María alababan a Dios y lo servían, y enseñaron a sus hijos a hacer lo mismo. Jesús creció en una familia que lo animó a estudiar las Escrituras, a honrar a Dios siempre, y a crecer en cada aspecto de su vida, de modo que en Lucas 2:52 “Jesús crecía en sabiduría y en estatura, y en gracia para con Dios y los hombres.” Vimos cómo Juan el Bautista fue instruido en casa para llegar a cumplir el ministerio que Dios tenía para Él, y de igual modo, hasta Jesucristo, el mismo Dios hecho hombre, necesitó unos padres que lo guiaran para poder cumplir el propósito para el que había venido a la Tierra.

Espero que tomemos en serio el crecimiento espiritual y la enseñanza en la Palabra que damos a aquellos que dependen de nosotros. El crecimiento físico es importante, pero más aún el ocuparnos en crecer en sabiduría y gracia para con Dios primero, y en consecuencia para los de alrededor.
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Author David y Maribel
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