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El libro de Daniel nos muestra movimientos históricos que ocurrirían antes de que viniera el Mesías, y también habla de lo que ocurrirá al final de los tiempos, antes de su segunda venida.

En el capítulo nueve, encontramos a Daniel intercediendo por su pueblo ante Dios. Daniel sabía que casi habían pasado los setenta años que Dios había dicho que estarían cautivos lejos de Jerusalén, y tomó el tiempo de pedir perdón a Dios por su pecado y el del pueblo. Mientras oraba a Dios, Daniel recibió palabra divina por medio del ángel Gabriel, el cual le habló del tiempo que pasaría desde el edicto que pronto daría Ciro, rey de Persia para la construcción del templo, hasta que Cristo diera su vida para redimir los pecados; y luego, tras un tiempo indefinido, lo que ocurriría durante los últimos días antes de la segunda venida de Cristo, al fin de los tiempos aquí en la tierra.

El ángel le habló de setenta semanas, divididas en siete semanas, sesenta y dos semanas, y una semana. Los expertos están de acuerdo en que estas son semanas de años, cada semana representando siete años.

Las primeras siete semanas representaban la construcción del templo, las siguientes sesenta y dos el tiempo hasta la llegada del Mesías a la tierra, y la última semana, la que precedería la segunda venida del Mesías. Creemos que la última semana de años profetizada en Daniel trata los siete años de tribulación que en un futuro nos llevarán al fin de los tiempos, cuando Cristo venga a reinar por la eternidad. Esto implica que los años desde Cristo hasta nuestros días son una pausa entre la semana 69 y la última semana que está por venir.

Todo esto te puede parecer extraño; es posible que jamás lo hayas oído, pero es parte de las Sagradas Escrituras, y Dios nos lo ha dejado para que cuando los tiempos vengan, podamos ver Su mano en los acontecimientos y podamos entender algo de lo que ocurrirá mientras esperamos. Esto es un regalo de Dios, pues podría habernos dejado ignorantes, sin información ni aviso; pero Dios nos ha dado suficiente información para que podamos elegir cómo vivir para recibir una herencia eterna en los cielos.

Permíteme leer unos versículos del capítulo 9, las palabras que el ángel habló a Daniel. (Daniel 9:24-27):

“Setenta semanas están determinadas sobre tu pueblo y sobre tu santa ciudad, para terminar la prevaricación, y poner fin al pecado, y expiar la iniquidad, para traer la justicia perdurable, y sellar la visión y la profecía, y ungir al Santo de los santos.
Sabe, pues, y entiende, que desde la salida de la orden para restaurar y edificar a Jerusalén hasta el Mesías Príncipe, habrá siete semanas, y sesenta y dos semanas; se volverá a edificar la plaza y el muro en tiempos angustiosos. Y después de las sesenta y dos semanas se quitará la vida al Mesías, mas no por sí;”

En este texto leemos que Ciro daría permiso al pueblo de Dios de volver a Jerusalén y restaurar la ciudad y el templo. A partir de ahí pasarían 69 semanas de años, que el ángel divide en siete semanas y 62 semanas. Como comenté anteriormente, el primer periodo de siete semanas, 49 años, es lo que se tardó en la reconstrucción del templo, lo cual encontramos narrado en detalle en el libro de Nehemías. Las siguientes 62 semanas son los 434 años restantes hasta que en el año 30 dc Jesús inició su ministerio en la entrada triunfante en Jerusalén.
Es precioso mirar estos eventos desde nuestra perspectiva histórica, porque podemos ver que los tiempos han encajado perfectamente.


Daniel 9:26 nos anuncia que el Mesías moriría por los pecados del mundo, diciendo: “Y después de las sesenta y dos semanas se quitará la vida al Mesías, mas no por sí” Este texto describe lo que Jesús sufrió en la cruz. Su vida no fue quitada por su causa, sino por la nuestra. Como indica el texto, Jesús murió, mas no por sí, sino por cada pecador en la historia de la humanidad, para que en Él cada persona que en Él crea pueda gozar salvación.

Daniel 9 nos habla de una semana más que vendría. Siete años que vendrían precedidos por destrucción y guerra. De esto podemos leer en detalle en el libro de Apocalipsis, al final del nuevo testamento. Dice el texto en Daniel que “el pueblo de un príncipe que ha de venir destruirá la ciudad y el santuario; y su fin será con inundación, y hasta el fin de la guerra durarán las devastaciones. Y por otra semana confirmará el pacto con muchos; a la mitad de la semana (esto sería tres años y medio) hará cesar el sacrificio y la ofrenda. Después con la muchedumbre de las abominaciones vendrá el desolador (entendemos que este es el Anticristo), hasta que venga la consumación, y lo que está determinado se derrame sobre el desolador.” Lo que está determinado es la victoria de Mesías Rey y el juicio final sobre el desolador.


Entendemos que estos siete años están aún por llegar porque Jesús dijo en Mateo 24:14-15: Y será predicado este evangelio del reino en todo el mundo, para testimonio a todas las naciones; y entonces vendrá el fin…, cuando veáis en el lugar santo la abominación desoladora de que habló el profeta Daniel (el que lee, entienda).” Entonces vendrá el fin.

Vivimos entre la llegada de Jesús cuando vino a morir durante el reinado del imperio romano, y la última semana que ha de venir antes de que Cristo vuelva para reinar.

Sabiendo que muchísimos años pasarían desde la profecía que Daniel recibió y el cumplimiento de esta, Dios le dio a Daniel en los capítulos 10 y 11 algunos detalles de lo que habría de ocurrir, para que entendiera que, a pesar de que él no viviría para ver lo que sucedería, todo lo que Dios había dicho se cumpliría.

En el capítulo 12 de Daniel, versículo 4 Dios da instrucciones al profeta diciendo: “Tú, Daniel, cierra las palabras y sella el libro hasta el tiempo del fin. Muchos correrán de aquí para allá, y la ciencia se aumentará.”

Esta última parte es fascinante, porque parece describir perfectamente nuestros tiempos. “Muchos correrán de aquí para allá, y la ciencia se aumentará.” Los movimientos de personas se han normalizado como nunca antes en la historia de la humanidad, y la ciencia ha aumentado de forma exponencial, y seguimos buscando maneras de descubrir y mejorar. La cantidad de información disponible en nuestros tiempos es increíble.

Pero según vemos en la última sección del libro de Daniel, quedan años de sufrimiento, de confusión y de angustia. Daniel confiesa que no entendía, y Dios le dijo: “Anda, Daniel, pues estas cosas están cerradas y selladas hasta el tiempo del fin” Daniel 12:9 Básicamente le dice: no lo tienes que entender todo, pero has de saber que lo que está determinado, ocurrirá. Daniel debía continuar confiando en Dios, a pesar de no entender todo al detalle. Continúa diciéndole el ángel:

“Muchos serán limpios, y emblanquecidos y purificados; los impíos procederán impíamente, y ninguno de los impíos entenderá, pero los entendidos comprenderán.”

En el último versículo, Dios le dice a Daniel: “tú irás hasta el fin, y reposarás, y te levantarás para recibir tu heredad al fin de los días.”

Obviamente, le estaba diciendo a Daniel que él llegaría al fin de su vida y reposaría. Daniel ya era mayor. Había salido hacía ya 70 años de Jerusalén y había vivido toda su vida adulta en Babilonia. Su hora llegaba, y Dios le había dado un resumen de lo que sucedería hasta el día en que Cristo regresara a la tierra por segunda vez y estableciera su reino. Aquellos que no creen serán condenados, mas los que creemos y en Dios esperamos, puede que lleguemos al final de nuestros días sin ver el fin de los tiempos, pero como la promesa dada a Daniel por el ángel diciendo: “te levantarás para recibir tu heredad al fin de los días,” tenemos asegurado que nos levantaremos para recibir la heredad eterna con Cristo al fin de los días.

¿Tienes tú esa seguridad? Dios dice que todo aquel que deposite su confianza en Cristo, recibirá esta heredad. Como dice el texto en el 12:10, “muchos serán limpios y emblanquecidos y purificados.” Eso me incluye a mí, gracias a Dios, y te puede incluir a ti también.
Nos dice “Ninguno de los impíos entenderá, pero los entendidos comprenderán.” Efesios
El libro de Daniel nos muestra movimientos históricos que ocurrirían antes de que viniera el Mesías, y también habla de lo que ocurrirá al final de los tiempos, antes de su segunda venida. En el capítulo nueve, encontramos a Daniel intercediendo por su pueblo ante Dios. Daniel sabía que casi habían pasado los setenta años que Dios había dicho que estarían cautivos lejos de Jerusalén, y tomó el tiempo de pedir perdón a Dios por su pecado y el del pueblo. Mientras oraba a Dios, Daniel recibió palabra divina por medio del ángel Gabriel, el cual le habló del tiempo que pasaría desde el edicto que pronto daría Ciro, rey de Persia para la construcción del templo, hasta que Cristo diera su vida para redimir los pecados; y luego, tras un tiempo indefinido, lo que ocurriría durante los últimos días antes de la segunda venida de Cristo, al fin de los tiempos aquí en la tierra. El ángel le habló de setenta semanas, divididas en siete semanas, sesenta y dos semanas, y una semana. Los expertos están de acuerdo en que estas son semanas de años, cada semana representando siete años. Las primeras siete semanas representaban la construcción del templo, las siguientes sesenta y dos el tiempo hasta la llegada del Mesías a la tierra, y la última semana, la que precedería la segunda venida del Mesías. Creemos que la última semana de años profetizada en Daniel trata los siete años de tribulación que en un futuro nos llevarán al fin de los tiempos, cuando Cristo venga a reinar por la eternidad. Esto implica que los años desde Cristo hasta nuestros días son una pausa entre la semana 69 y la última semana que está por venir. Todo esto te puede parecer extraño; es posible que jamás lo hayas oído, pero es parte de las Sagradas Escrituras, y Dios nos lo ha dejado para que cuando los tiempos vengan, podamos ver Su mano en los acontecimientos y podamos entender algo de lo que ocurrirá mientras esperamos. Esto es un regalo de Dios, pues podría habernos dejado ignorantes, sin información ni aviso; pero Dios nos ha dado suficiente información para que podamos elegir cómo vivir para recibir una herencia eterna en los cielos. Permíteme leer unos versículos del capítulo 9, las palabras que el ángel habló a Daniel. (Daniel 9:24-27): “Setenta semanas están determinadas sobre tu pueblo y sobre tu santa ciudad, para terminar la prevaricación, y poner fin al pecado, y expiar la iniquidad, para traer la justicia perdurable, y sellar la visión y la profecía, y ungir al Santo de los santos. Sabe, pues, y entiende, que desde la salida de la orden para restaurar y edificar a Jerusalén hasta el Mesías Príncipe, habrá siete semanas, y sesenta y dos semanas; se volverá a edificar la plaza y el muro en tiempos angustiosos. Y después de las sesenta y dos semanas se quitará la vida al Mesías, mas no por sí;” En este texto leemos que Ciro daría permiso al pueblo de Dios de volver a Jerusalén y restaurar la ciudad y el templo. A partir de ahí pasarían 69 semanas de años, que el ángel divide en siete semanas y 62 semanas. Como comenté anteriormente, el primer periodo de siete semanas, 49 años, es lo que se tardó en la reconstrucción del templo, lo cual encontramos narrado en detalle en el libro de Nehemías. Las siguientes 62 semanas son los 434 años restantes hasta que en el año 30 dc Jesús inició su ministerio en la entrada triunfante en Jerusalén. Es precioso mirar estos eventos desde nuestra perspectiva histórica, porque podemos ver que los tiempos han encajado perfectamente. Daniel 9:26 nos anuncia que el Mesías moriría por los pecados del mundo, diciendo: “Y después de las sesenta y dos semanas se quitará la vida al Mesías, mas no por sí” Este texto describe lo que Jesús sufrió en la cruz. Su vida no fue quitada por su causa, sino por la nuestra. Como indica el texto, Jesús murió, mas no por sí, sino por cada pecador en la historia de la humanidad, para que en Él cada persona que en Él crea pueda gozar salvación. Daniel 9 nos habla de una semana más que vendría. Siete años que vendrían precedidos por destrucción y guerra. De esto podemos leer en detalle en el libro de Apocalipsis, al final del nuevo testamento. Dice el texto en Daniel que “el pueblo de un príncipe que ha de venir destruirá la ciudad y el santuario; y su fin será con inundación, y hasta el fin de la guerra durarán las devastaciones. Y por otra semana confirmará el pacto con muchos; a la mitad de la semana (esto sería tres años y medio) hará cesar el sacrificio y la ofrenda. Después con la muchedumbre de las abominaciones vendrá el desolador (entendemos que este es el Anticristo), hasta que venga la consumación, y lo que está determinado se derrame sobre el desolador.” Lo que está determinado es la victoria de Mesías Rey y el juicio final sobre el desolador. Entendemos que estos siete años están aún por llegar porque Jesús dijo en Mateo 24:14-15: Y será predicado este evangelio del reino en todo el mundo, para testimonio a todas las naciones; y entonces vendrá el fin…, cuando veáis en el lugar santo la abominación desoladora de que habló el profeta Daniel (el que lee, entienda).” Entonces vendrá el fin. Vivimos entre la llegada de Jesús cuando vino a morir durante el reinado del imperio romano, y la última semana que ha de venir antes de que Cristo vuelva para reinar. Sabiendo que muchísimos años pasarían desde la profecía que Daniel recibió y el cumplimiento de esta, Dios le dio a Daniel en los capítulos 10 y 11 algunos detalles de lo que habría de ocurrir, para que entendiera que, a pesar de que él no viviría para ver lo que sucedería, todo lo que Dios había dicho se cumpliría. En el capítulo 12 de Daniel, versículo 4 Dios da instrucciones al profeta diciendo: “Tú, Daniel, cierra las palabras y sella el libro hasta el tiempo del fin. Muchos correrán de aquí para allá, y la ciencia se aumentará.” Esta última parte es fascinante, porque parece describir perfectamente nuestros tiempos. “Muchos correrán de aquí para allá, y la ciencia se aumentará.” Los movimientos de personas se han normalizado como nunca antes en la historia de la humanidad, y la ciencia ha aumentado de forma exponencial, y seguimos buscando maneras de descubrir y mejorar. La cantidad de información disponible en nuestros tiempos es increíble. Pero según vemos en la última sección del libro de Daniel, quedan años de sufrimiento, de confusión y de angustia. Daniel confiesa que no entendía, y Dios le dijo: “Anda, Daniel, pues estas cosas están cerradas y selladas hasta el tiempo del fin” Daniel 12:9 Básicamente le dice: no lo tienes que entender todo, pero has de saber que lo que está determinado, ocurrirá. Daniel debía continuar confiando en Dios, a pesar de no entender todo al detalle. Continúa diciéndole el ángel: “Muchos serán limpios, y emblanquecidos y purificados; los impíos procederán impíamente, y ninguno de los impíos entenderá, pero los entendidos comprenderán.” En el último versículo, Dios le dice a Daniel: “tú irás hasta el fin, y reposarás, y te levantarás para recibir tu heredad al fin de los días.” Obviamente, le estaba diciendo a Daniel que él llegaría al fin de su vida y reposaría. Daniel ya era mayor. Había salido hacía ya 70 años de Jerusalén y había vivido toda su vida adulta en Babilonia. Su hora llegaba, y Dios le había dado un resumen de lo que sucedería hasta el día en que Cristo regresara a la tierra por segunda vez y estableciera su reino. Aquellos que no creen serán condenados, mas los que creemos y en Dios esperamos, puede que lleguemos al final de nuestros días sin ver el fin de los tiempos, pero como la promesa dada a Daniel por el ángel diciendo: “te levantarás para recibir tu heredad al fin de los días,” tenemos asegurado que nos levantaremos para recibir la heredad eterna con Cristo al fin de los días. ¿Tienes tú esa seguridad? Dios dice que todo aquel que deposite su confianza en Cristo, recibirá esta heredad. Como dice el texto en el 12:10, “muchos serán limpios y emblanquecidos y purificados.” Eso me incluye a mí, gracias a Dios, y te puede incluir a ti también. Nos dice “Ninguno de los impíos entenderá, pero los entendidos comprenderán.” Efesios read more read less

8 months ago #anticristo, #dios, #fidelidad, #futuro, #profecía, #profeta, #reino, #salvación, #tribulación