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La esperanza del cristiano

Hacia la conclusión de la carta a los Corintios, Pablo repasa el evangelio por el que confiamos que un día estaremos con Dios. Este evangelio de salvación proclama que todo el que cree en Jesucristo como Salvador de los pecados es salvo, y pasará la eternidad con Dios.

Esta esperanza está basada en un hecho histórico muy importante, la resurrección de Cristo de los muertos.

“Porque primeramente os he enseñado lo que asimismo recibí (dice el apóstol): Que Cristo murió por nuestros pecados, conforme a las Escrituras; y que fue sepultado, y que resucitó al tercer día, conforme a las Escrituras;” dicen los versículos 3 y 4 del capítulo 15.

Los datos históricos nos confirman que esto ocurrió y no se puede refutar. Hubo una gran cantidad de testigos oculares que vieron a Jesús resucitado. Lo vieron al tercer día sus discípulos, mas cientos lo vieron antes de su ascensión al cielo.

Dios ha prometido que un día todos los humanos de todo lugar y todo tiempo comparecerán ante el trono de Dios. Aquellos cuyos nombres estén escritos en el libro de la vida pasarán a una eternidad con Cristo, y aquellos que rehusaron creer en Cristo en esta vida, pasarán una eternidad de desoladora separación de Dios. Esto puede parecer drástico para algunos, mas Dios da la oportunidad de creer y gozar de Él a cada persona durante su tiempo aquí en la Tierra.
Algunos de Corinto no creían en la resurrección de los muertos. Pablo expone claramente el problema de no creer en la resurrección, en los versículos 13 al 19:

“Porque si no hay resurrección de muertos, tampoco Cristo resucitó. Y si Cristo no resucitó, vana es entonces nuestra predicación, vana es también vuestra fe. Y somos hallados falsos testigos de Dios; porque hemos testificado de Dios que él resucitó a Cristo, al cual no resucitó, si en verdad los muertos no resucitan. Porque si los muertos no resucitan, tampoco Cristo resucitó; y si Cristo no resucitó, vuestra fe es vana; aún estáis en vuestros pecados. Entonces también los que durmieron en Cristo perecieron. Si en esta vida solamente esperamos en Cristo, somos los más dignos de conmiseración de todos los hombres.”

Pablo está presentando un argumento lógico que va así: si no hay resurrección de los muertos, Cristo entonces no resucitó.
Si Cristo no resucitó, nuestra fe entonces es vana, y estamos todavía en nuestros pecados y condenación porque nuestra fe estaría basada en una mentira. Si así fuera, entonces todos tendrían que sentir pena de nosotros.

¿Sigues el razonamiento aquí expresado? Sin embargo, este razonamiento no es real, porque los hechos son distintos.

Cristo resucitó, y de ello tenemos evidencia. La segunda parte del capítulo Pablo expone el siguiente argumento opuesto:

Cristo resucitó, y Él fue el primero de los que resucitaremos. Así como Adán murió y luego todos tenemos una cita con la muerte, como Cristo resucitó, tenemos una cita para la resurrección.

“Pero cada uno en su debido orden: Cristo, las primicias; luego los que son de Cristo, en su venida.” (1 Corintios 15:23)

Esto es lo que ocurrirá en la venida de Cristo.

“Luego el fin, cuando entregue el reino al Dios y Padre, cuando haya suprimido todo dominio, toda autoridad y potencia. Porque preciso es que él reine hasta que haya puesto a todos sus enemigos debajo de sus pies. Y el postrer enemigo que será destruido es la muerte.”

Esta es la gran esperanza del creyente. Así como Cristo resucitó, resucitaremos para gloria cuando el Señor venga. Y cuando esto haya ocurrido, llegará el fin de lo que ahora se conoce y el comienzo de una gloriosa eternidad para aquellos que en Él hemos confiado.

Y entonces ya no habrá más muerte, porque el último enemigo de Dios en ser destruido será la misma muerte.

En un mundo en el que vemos la muerte como algo triste y final, nos queda este consuelo. Para aquellos que mueren confiando en Cristo, la muerte es el paso a la gloria eterna con Dios. En la postrera resurrección, todos los que han confiado en él estrenarán un cuerpo nuevo para disfrutar durante toda una eternidad la presencia del Salvador. Este cuerpo no sufrirá enfermedad, no se envejecerá, no cogerá peso ni habrá que sudar para mantenerlo en forma. Este cuerpo al que Pablo denomina espiritual estará libre de corrupción. Estemos seguros de esto:

“en un momento, en un abrir y cerrar de ojos, a la final trompeta; porque se tocará la trompeta, y los muertos serán resucitados incorruptibles, y nosotros seremos transformados.
Porque es necesario que esto corruptible se vista de incorrupción, y esto mortal se vista de inmortalidad. Y cuando esto corruptible se haya vestido de incorrupción, y esto mortal se haya vestido de inmortalidad, entonces se cumplirá la palabra que está escrita: Sorbida es la muerte en victoria. ¿Dónde está, oh muerte, tu aguijón? ¿Dónde, oh sepulcro, tu victoria? (1 Corintios 15:52-55) La victoria final será de Cristo:

“Gracias sean dadas a Dios, que nos da la victoria por medio de nuestro Señor Jesucristo.”

Bendita esperanza de gloria, en la que podemos basar toda nuestra confianza en Jesús. Nuestra fe en Cristo y el vivir esta vida por y para Él no es ni será en vano. Es una esperanza que nos llevará hasta nuestra salvación eterna.
La esperanza del cristiano Hacia la conclusión de la carta a los Corintios, Pablo repasa el evangelio por el que confiamos que un día estaremos con Dios. Este evangelio de salvación proclama que todo el que cree en Jesucristo como Salvador de los pecados es salvo, y pasará la eternidad con Dios. Esta esperanza está basada en un hecho histórico muy importante, la resurrección de Cristo de los muertos. “Porque primeramente os he enseñado lo que asimismo recibí (dice el apóstol): Que Cristo murió por nuestros pecados, conforme a las Escrituras; y que fue sepultado, y que resucitó al tercer día, conforme a las Escrituras;” dicen los versículos 3 y 4 del capítulo 15. Los datos históricos nos confirman que esto ocurrió y no se puede refutar. Hubo una gran cantidad de testigos oculares que vieron a Jesús resucitado. Lo vieron al tercer día sus discípulos, mas cientos lo vieron antes de su ascensión al cielo. Dios ha prometido que un día todos los humanos de todo lugar y todo tiempo comparecerán ante el trono de Dios. Aquellos cuyos nombres estén escritos en el libro de la vida pasarán a una eternidad con Cristo, y aquellos que rehusaron creer en Cristo en esta vida, pasarán una eternidad de desoladora separación de Dios. Esto puede parecer drástico para algunos, mas Dios da la oportunidad de creer y gozar de Él a cada persona durante su tiempo aquí en la Tierra. Algunos de Corinto no creían en la resurrección de los muertos. Pablo expone claramente el problema de no creer en la resurrección, en los versículos 13 al 19: “Porque si no hay resurrección de muertos, tampoco Cristo resucitó. Y si Cristo no resucitó, vana es entonces nuestra predicación, vana es también vuestra fe. Y somos hallados falsos testigos de Dios; porque hemos testificado de Dios que él resucitó a Cristo, al cual no resucitó, si en verdad los muertos no resucitan. Porque si los muertos no resucitan, tampoco Cristo resucitó; y si Cristo no resucitó, vuestra fe es vana; aún estáis en vuestros pecados. Entonces también los que durmieron en Cristo perecieron. Si en esta vida solamente esperamos en Cristo, somos los más dignos de conmiseración de todos los hombres.” Pablo está presentando un argumento lógico que va así: si no hay resurrección de los muertos, Cristo entonces no resucitó. Si Cristo no resucitó, nuestra fe entonces es vana, y estamos todavía en nuestros pecados y condenación porque nuestra fe estaría basada en una mentira. Si así fuera, entonces todos tendrían que sentir pena de nosotros. ¿Sigues el razonamiento aquí expresado? Sin embargo, este razonamiento no es real, porque los hechos son distintos. Cristo resucitó, y de ello tenemos evidencia. La segunda parte del capítulo Pablo expone el siguiente argumento opuesto: Cristo resucitó, y Él fue el primero de los que resucitaremos. Así como Adán murió y luego todos tenemos una cita con la muerte, como Cristo resucitó, tenemos una cita para la resurrección. “Pero cada uno en su debido orden: Cristo, las primicias; luego los que son de Cristo, en su venida.” (1 Corintios 15:23) Esto es lo que ocurrirá en la venida de Cristo. “Luego el fin, cuando entregue el reino al Dios y Padre, cuando haya suprimido todo dominio, toda autoridad y potencia. Porque preciso es que él reine hasta que haya puesto a todos sus enemigos debajo de sus pies. Y el postrer enemigo que será destruido es la muerte.” Esta es la gran esperanza del creyente. Así como Cristo resucitó, resucitaremos para gloria cuando el Señor venga. Y cuando esto haya ocurrido, llegará el fin de lo que ahora se conoce y el comienzo de una gloriosa eternidad para aquellos que en Él hemos confiado. Y entonces ya no habrá más muerte, porque el último enemigo de Dios en ser destruido será la misma muerte. En un mundo en el que vemos la muerte como algo triste y final, nos queda este consuelo. Para aquellos que mueren confiando en Cristo, la muerte es el paso a la gloria eterna con Dios. En la postrera resurrección, todos los que han confiado en él estrenarán un cuerpo nuevo para disfrutar durante toda una eternidad la presencia del Salvador. Este cuerpo no sufrirá enfermedad, no se envejecerá, no cogerá peso ni habrá que sudar para mantenerlo en forma. Este cuerpo al que Pablo denomina espiritual estará libre de corrupción. Estemos seguros de esto: “en un momento, en un abrir y cerrar de ojos, a la final trompeta; porque se tocará la trompeta, y los muertos serán resucitados incorruptibles, y nosotros seremos transformados. Porque es necesario que esto corruptible se vista de incorrupción, y esto mortal se vista de inmortalidad. Y cuando esto corruptible se haya vestido de incorrupción, y esto mortal se haya vestido de inmortalidad, entonces se cumplirá la palabra que está escrita: Sorbida es la muerte en victoria. ¿Dónde está, oh muerte, tu aguijón? ¿Dónde, oh sepulcro, tu victoria? (1 Corintios 15:52-55) La victoria final será de Cristo: “Gracias sean dadas a Dios, que nos da la victoria por medio de nuestro Señor Jesucristo.” Bendita esperanza de gloria, en la que podemos basar toda nuestra confianza en Jesús. Nuestra fe en Cristo y el vivir esta vida por y para Él no es ni será en vano. Es una esperanza que nos llevará hasta nuestra salvación eterna. read more read less

2 years ago #cristo, #dios, #esperanza, #eterna, #evento, #hechos, #jesús, #muerte, #oculares, #realidad, #resurrección, #testigos, #verdad, #vida