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LA MANSEDUMBRE

Si las obras de la carne son enemistades, pleitos, celos, iras, contiendas y disensiones entre otras, el fruto del Espíritu que las puede eliminar es la mansedumbre. Un espíritu manso no es dado a la ira. Hay un dicho que dice “si uno no quiere, dos no se pelean” y podríamos decir que una persona mansa trae paz a una situación tensa. Proverbios destaca la bendición de un espíritu manso y lo contrasta a uno iracundo. Y nos recuerda el 15:1 que “La blanda respuesta quita la ira.


El Señor Jesús predicó en el monte diciendo “Bienaventurados los mansos, porque ellos heredarán la tierra. (Mateo 5:5) Y dijo más tarde:
“Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas.” Mateo 11:29


La mansedumbre no muestra debilidad, como muchos pensarían. Sino que es fuerza y poder bajo control. Nuestro Señor Todopoderoso era manso y humilde.

En los evangelios lo vemos dando ejemplo de su enseñanza, lavando los pies de sus discípulos, y soportando el sufrimiento de la cruz sin pensar en sí mismo. Como profetizaba Isaías 53:(4-7) “Ciertamente llevó él nuestras enfermedades, y sufrió nuestros dolores;...herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él,... Angustiado él, y afligido, no abrió su boca; como cordero fue llevado al matadero; y como oveja delante de sus trasquiladores, enmudeció, y no abrió su boca.”

“Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús”, pide Pablo en Filipenses 2.

Esta mansedumbre debe brillar en nuestro trato con otros, para que la iglesia de Cristo sea edificada. Debe estar presente ya sea cuando nos reprendan, o cuando tengamos que reprender.

Santiago 1 dice que “todo hombre sea pronto para oír, tardo para hablar, tardo para airarse; porque la ira del hombre no obra la justicia de Dios.” Santiago está pidiendo mansedumbre a la hora de recibir la Palabra de Dios. Y dice: “Desechando toda inmundicia y abundancia de malicia, recibid con mansedumbre la palabra implantada, la cual puede salvar vuestras almas.”

Esta Palabra implantada en nuestras almas, recibida con la mansedumbre de su Espíritu, puede producir en nosotros la fe para la salvación y las buenas obras que la evidencien, enseña Santiago 3:13.

El apóstol Pablo, cuando tiene que reprender a los corintios les habla en “La mansedumbre y ternura de Cristo” (2 Corintios 10:1), queriendo él comunicar la misma actitud de Cristo, y de igual modo enseña en Gálatas 6:1 “Hermanos, si alguno fuere sorprendido en alguna falta, vosotros que sois espirituales, restauradle con espíritu de mansedumbre, considerándote a ti mismo, no sea que tú también seas tentado.”

Cuando ejercemos nuestra obligación cristiana de reprendernos y exhortarnos unos a otros, debemos echar mano de la mansedumbre de nuestro Señor, para no pecar, haciéndonos a nosotros mismos más de lo que realmente somos, pecadores justificados por mera gracia, capaces de pecar como cualquier otro, y dependientes de Dios, con deseo de darle gloria.

La mansedumbre es muy importante a la hora de tratar con otros y al compartir el evangelio. Por eso vemos en Tito y Timoteo que el siervo de Dios ha de mostrar mansedumbre. (Tito 3:2; 1 Timoteo 6:11; 2 Timoteo 2:25)

Y en 1 Pedro 3:15 leemos “Estad siempre preparados para presentar defensa con mansedumbre y reverencia ante todo el que os demande razón de la esperanza que hay en vosotros;”

“Aprendamos de Cristo, manso y humilde de corazón; y dice nuetro Señor que hallaremos descanso para nuestras almas”
LA MANSEDUMBRE Si las obras de la carne son enemistades, pleitos, celos, iras, contiendas y disensiones entre otras, el fruto del Espíritu que las puede eliminar es la mansedumbre. Un espíritu manso no es dado a la ira. Hay un dicho que dice “si uno no quiere, dos no se pelean” y podríamos decir que una persona mansa trae paz a una situación tensa. Proverbios destaca la bendición de un espíritu manso y lo contrasta a uno iracundo. Y nos recuerda el 15:1 que “La blanda respuesta quita la ira. El Señor Jesús predicó en el monte diciendo “Bienaventurados los mansos, porque ellos heredarán la tierra. (Mateo 5:5) Y dijo más tarde: “Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas.” Mateo 11:29 La mansedumbre no muestra debilidad, como muchos pensarían. Sino que es fuerza y poder bajo control. Nuestro Señor Todopoderoso era manso y humilde. En los evangelios lo vemos dando ejemplo de su enseñanza, lavando los pies de sus discípulos, y soportando el sufrimiento de la cruz sin pensar en sí mismo. Como profetizaba Isaías 53:(4-7) “Ciertamente llevó él nuestras enfermedades, y sufrió nuestros dolores;...herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él,... Angustiado él, y afligido, no abrió su boca; como cordero fue llevado al matadero; y como oveja delante de sus trasquiladores, enmudeció, y no abrió su boca.” “Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús”, pide Pablo en Filipenses 2. Esta mansedumbre debe brillar en nuestro trato con otros, para que la iglesia de Cristo sea edificada. Debe estar presente ya sea cuando nos reprendan, o cuando tengamos que reprender. Santiago 1 dice que “todo hombre sea pronto para oír, tardo para hablar, tardo para airarse; porque la ira del hombre no obra la justicia de Dios.” Santiago está pidiendo mansedumbre a la hora de recibir la Palabra de Dios. Y dice: “Desechando toda inmundicia y abundancia de malicia, recibid con mansedumbre la palabra implantada, la cual puede salvar vuestras almas.” Esta Palabra implantada en nuestras almas, recibida con la mansedumbre de su Espíritu, puede producir en nosotros la fe para la salvación y las buenas obras que la evidencien, enseña Santiago 3:13. El apóstol Pablo, cuando tiene que reprender a los corintios les habla en “La mansedumbre y ternura de Cristo” (2 Corintios 10:1), queriendo él comunicar la misma actitud de Cristo, y de igual modo enseña en Gálatas 6:1 “Hermanos, si alguno fuere sorprendido en alguna falta, vosotros que sois espirituales, restauradle con espíritu de mansedumbre, considerándote a ti mismo, no sea que tú también seas tentado.” Cuando ejercemos nuestra obligación cristiana de reprendernos y exhortarnos unos a otros, debemos echar mano de la mansedumbre de nuestro Señor, para no pecar, haciéndonos a nosotros mismos más de lo que realmente somos, pecadores justificados por mera gracia, capaces de pecar como cualquier otro, y dependientes de Dios, con deseo de darle gloria. La mansedumbre es muy importante a la hora de tratar con otros y al compartir el evangelio. Por eso vemos en Tito y Timoteo que el siervo de Dios ha de mostrar mansedumbre. (Tito 3:2; 1 Timoteo 6:11; 2 Timoteo 2:25) Y en 1 Pedro 3:15 leemos “Estad siempre preparados para presentar defensa con mansedumbre y reverencia ante todo el que os demande razón de la esperanza que hay en vosotros;” “Aprendamos de Cristo, manso y humilde de corazón; y dice nuetro Señor que hallaremos descanso para nuestras almas” read more read less

6 months ago #cristo, #espiritu, #fruto, #humildad, #humilde, #jesús, #mansedumbre, #manso, #paz