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PACIENCIA

¡Señor, dame paciencia! Esta expresión, de la forma en que se suele decir, está muy lejos del deseo de Dios de producir paciencia en nuestro corazón. La paciencia se demuestra con nuestra actitud y nuestras acciones, pero debe brotar de nuestro interior. Esta es también fruto del Espíritu, un espíritu de poder, de amor, de dominio propio (nos dice 2 Timoteo 1:7)

Podemos distinguir tres facetas del mismo término paciencia. La primera conlleva la idea de saber esperar; la segunda se refiere más bien a la capacidad de hacer algo con constancia hasta obtener el resultado deseado y una tercera describe la capacidad de soportar una carga.

En primer lugar, la paciencia se manifiesta en una actitud correcta cuando vemos que todavía no se cumple algo que esperamos. La paciente espera aquí demuestra confianza en que lo prometido llegará.

El salmista en el salmo 40 dice: “Pacientemente esperé” Y leemos que Dios escuchó su oración. El 37 dice “Guarda silencio ante Jehová, y espera en él. No te alteres …” Estos textos entre otros nos muestran una actitud correcta ante la espera.
Cuando nuestros niños eran pequeños les dí una definición que ellos pudieran entender. La paciencia es esperar SIN QUEJARSE. Este matiz de la segunda parte es importante, porque cuando esperamos quejándonos todo el tiempo, no estamos demostrando paciencia, sino impaciencia.

Proverbios 14:29 nos dice: “El que tarda en airarse es grande de entendimiento; Mas el que es impaciente de espíritu enaltece la necedad.” Qué importante es pedirle a Dios que nos ayude a no desesperarnos. Dios es fiel en cumplir sus promesas, y nos dice 2 Pedro 3:9 que Él es también paciente. “El Señor no retarda su promesa (dice Pedro), según algunos la tienen por tardanza, sino que es paciente para con nosotros, no queriendo que ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento. 10 Pero el día del Señor vendrá…” Dios espera pacientemente con el deseo de que un alma más llegue al arrepentimiento y fe en Cristo.

El segundo aspecto de la paciencia es más activo. Lo vemos ejemplificado en Hebreos 12 como una carrera. Para correr una maratón necesitamos resistencia y perseverancia. Si nos impacientamos y aceleramos, no podremos resistir hasta llegar a la meta. Dios nos da también el ejemplo del que planta y riega con la esperanza de recibir la cosecha. Dios dice en Gálatas 6 8-9 “el que siembra para el Espíritu, del Espíritu segará vida eterna. No nos cansemos, pues, de hacer el bien; porque a su tiempo segaremos, si no desmayamos.” Hay situaciones en las que nosotros no debemos simplemente sentarnos a esperar en silencio, sino que podemos y debemos dar otro paso, seguir haciendo el bien, sin desmayar, sin abandonar, hasta la venida del Señor, dice Santiago 5.

Existe un tercer aspecto de la paciencia y es el de soportar una carga pesada. Me viene a la mente la imagen de uno que levanta pesas. Dios nos dice que su carga no es pesada porque Él la lleva con nosotros. (Mateo 11:30).
Una señora anciana, cuando se le pidió que diera una palabra clave para su largo matrimonio dijo “Aguantar.” Es una pena, porque todas esperábamos palabras más positivas, y Dios ha diseñado el matrimonio para bendición nuestra y gloria suya. Pero sí que hay un aspecto de este concepto de aguantar o soportar en cada relación humana. Dios nos pide “soportaos unos a otros en amor” En 1 Corintios 13 vemos que el amor es sufrido En este texto Dios presenta el amor como paciente. El versículo 7 dice que el amor: “Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta.” He aquí estos tres conceptos de la paciencia. La esperanza en confianza, la firmeza en la dificultad, la persistencia en el bien hacer.

Romanos 12:12 también lo expresa así “gozosos en la esperanza; sufridos en la tribulación; constantes en la oración;”

Dejemos que Dios produzca en nosotros su paciencia, perfeccionándola hasta el día del Señor.
PACIENCIA ¡Señor, dame paciencia! Esta expresión, de la forma en que se suele decir, está muy lejos del deseo de Dios de producir paciencia en nuestro corazón. La paciencia se demuestra con nuestra actitud y nuestras acciones, pero debe brotar de nuestro interior. Esta es también fruto del Espíritu, un espíritu de poder, de amor, de dominio propio (nos dice 2 Timoteo 1:7) Podemos distinguir tres facetas del mismo término paciencia. La primera conlleva la idea de saber esperar; la segunda se refiere más bien a la capacidad de hacer algo con constancia hasta obtener el resultado deseado y una tercera describe la capacidad de soportar una carga. En primer lugar, la paciencia se manifiesta en una actitud correcta cuando vemos que todavía no se cumple algo que esperamos. La paciente espera aquí demuestra confianza en que lo prometido llegará. El salmista en el salmo 40 dice: “Pacientemente esperé” Y leemos que Dios escuchó su oración. El 37 dice “Guarda silencio ante Jehová, y espera en él. No te alteres …” Estos textos entre otros nos muestran una actitud correcta ante la espera. Cuando nuestros niños eran pequeños les dí una definición que ellos pudieran entender. La paciencia es esperar SIN QUEJARSE. Este matiz de la segunda parte es importante, porque cuando esperamos quejándonos todo el tiempo, no estamos demostrando paciencia, sino impaciencia. Proverbios 14:29 nos dice: “El que tarda en airarse es grande de entendimiento; Mas el que es impaciente de espíritu enaltece la necedad.” Qué importante es pedirle a Dios que nos ayude a no desesperarnos. Dios es fiel en cumplir sus promesas, y nos dice 2 Pedro 3:9 que Él es también paciente. “El Señor no retarda su promesa (dice Pedro), según algunos la tienen por tardanza, sino que es paciente para con nosotros, no queriendo que ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento. 10 Pero el día del Señor vendrá…” Dios espera pacientemente con el deseo de que un alma más llegue al arrepentimiento y fe en Cristo. El segundo aspecto de la paciencia es más activo. Lo vemos ejemplificado en Hebreos 12 como una carrera. Para correr una maratón necesitamos resistencia y perseverancia. Si nos impacientamos y aceleramos, no podremos resistir hasta llegar a la meta. Dios nos da también el ejemplo del que planta y riega con la esperanza de recibir la cosecha. Dios dice en Gálatas 6 8-9 “el que siembra para el Espíritu, del Espíritu segará vida eterna. No nos cansemos, pues, de hacer el bien; porque a su tiempo segaremos, si no desmayamos.” Hay situaciones en las que nosotros no debemos simplemente sentarnos a esperar en silencio, sino que podemos y debemos dar otro paso, seguir haciendo el bien, sin desmayar, sin abandonar, hasta la venida del Señor, dice Santiago 5. Existe un tercer aspecto de la paciencia y es el de soportar una carga pesada. Me viene a la mente la imagen de uno que levanta pesas. Dios nos dice que su carga no es pesada porque Él la lleva con nosotros. (Mateo 11:30). Una señora anciana, cuando se le pidió que diera una palabra clave para su largo matrimonio dijo “Aguantar.” Es una pena, porque todas esperábamos palabras más positivas, y Dios ha diseñado el matrimonio para bendición nuestra y gloria suya. Pero sí que hay un aspecto de este concepto de aguantar o soportar en cada relación humana. Dios nos pide “soportaos unos a otros en amor” En 1 Corintios 13 vemos que el amor es sufrido En este texto Dios presenta el amor como paciente. El versículo 7 dice que el amor: “Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta.” He aquí estos tres conceptos de la paciencia. La esperanza en confianza, la firmeza en la dificultad, la persistencia en el bien hacer. Romanos 12:12 también lo expresa así “gozosos en la esperanza; sufridos en la tribulación; constantes en la oración;” Dejemos que Dios produzca en nosotros su paciencia, perfeccionándola hasta el día del Señor. read more read less

7 months ago #aguantar, #aguante, #carrera, #cosecha, #esperar, #perseverancia, #promesa, #siembra