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En varias ocasiones leemos que un profeta de Dios habló con reyes en nombre de Dios para darle un mensaje.

Vimos que el profeta Natán habló a David para mostrarle donde había desobedecido a Dios, el profeta Samuel habló con Saúl y con David para ungirlos como reyes, el profeta Ahías anunció a Jeroboam que sería rey, y más tarde dio el mensaje de amonestación por su desobediencia a Dios. También hemos podido leer de Azarías, el cual se presentó a Asa para llamarle la atención por poner su confianza en otros reyes y no en Dios, quien le había ayudado en múltiples ocasiones. Jehú hijo de Hanani
habló contra Baasa por andar en el mismo mal camino que Jeroboam.

Aunque a veces se les llama videntes, los profetas del antiguo testamento no eran adivinos, sino que hablaban de parte de Dios. También predicaban los preceptos de la ley de Dios, como haría hoy día un predicador. Sin duda debían ser hombres que amaban a Dios y le seguían con fidelidad. Pero también vemos que eran hombres normales, no poseían poderes sobrenaturales, y sus emociones eran reales; eran tentados a desanimarse o a desobedecer y dependían de Dios para hacer la obra que este les había asignado. Tan solo al mantenerse cercanos a Dios, podían resistir la prueba y disfrutar de una relación cercana con Dios.

En 1 Reyes vemos a dos grandes profetas del pueblo de Dios, a Elías y a Eliseo.

Vemos a Elías proclamando la palabra de Dios durante los días del reinado de Acab, el rey que nos dice el texto fue peor que todos los otros reyes.

Nos dice el capituló 17 que Dios envío a Elías a vivir al arroyo de Querib, y los cuervos le traían el alimento para mantenerse. Leemos que a la palabra de Elías llovía, y a su voz dejaba de llover. Hubo sequía en los ´días de Elías y se secó el arroyo donde este moraba, y Dios lo mandó a Sarepta, donde una viuda que vivía ahí con su hijo lo sustentaría. Curiosamente, cuando Elías llega, ella solo tenía suficiente harina para una comida para ella y su hijo, mas Dios milagrosamente hizo que hubiera comida para el profeta y que no le faltara a la viuda ni a su hijo hasta que acabara la sequía que Dios había enviado.

Vemos que Elías se sintió desanimado en ocasiones, como cuando el hijo de la viuda enfermó y murió, mas vemos que Dios atendió a su petición, restaurando la vida al niño.

En 1 Reyes 18:17-19 nos cuenta el encuentro que tuvo el profeta con el rey Acab, el cual había matado a los profetas de Jehová y había estado buscando a Elías.

“Cuando Acab se encontró con Elías, le dijo: ¿Eres tú el que turbas a Israel? Y él respondió: Yo no he turbado a Israel, sino tú y la casa de tu padre, dejando los mandamientos de Jehová, y siguiendo a los baales. Envía, pues, ahora y congrégame a todo Israel en el monte Carmelo, y los cuatrocientos cincuenta profetas de Baal, y los cuatrocientos profetas de Asera, que comen de la mesa de Jezabel.”

Elias propuso ofrecer sacrificio a Dios, mientras ellos ofrecerían sacrificio a su dios, Baal. Les explicó el plan así:


“¿Hasta cuándo claudicaréis vosotros entre dos pensamientos? Si Jehová es Dios, seguidle; y si Baal, id en pos de él. Y el pueblo no respondió palabra.
Y Elías volvió a decir al pueblo: Sólo yo he quedado profeta de Jehová; mas de los profetas de Baal hay cuatrocientos cincuenta hombres. Dénsenos, pues, dos bueyes, y escojan ellos uno, y córtenlo en pedazos, y pónganlo sobre leña, pero no pongan fuego debajo; y yo prepararé el otro buey, y lo pondré sobre leña, y ningún fuego pondré debajo.
Invocad luego vosotros el nombre de vuestros dioses, y yo invocaré el nombre de Jehová; y el Dios que respondiere por medio de fuego, ése sea Dios. Y todo el pueblo respondió, diciendo: Bien dicho. (1 Reyes 18:21-24)

Le pareció bien al pueblo el plan, así que nos dice el texto que los profetas de Baal fueron primero y prepararon el holocausto. Pidieron a Baal que enviara fuego, mas Baal no respondía. (1 Reyes 18:27-29): Y aconteció al mediodía, que Elías se burlaba de ellos, diciendo:

“Gritad en alta voz, porque dios es; quizá está meditando, o tiene algún trabajo, o va de camino; tal vez duerme, y hay que despertarle.”

Y nos dice el texto que los profetas de Baal “clamaban a grandes voces, y se sajaban con cuchillos y con lancetas conforme a su costumbre, hasta chorrear la sangre sobre ellos. Pasó el mediodía, y ellos siguieron gritando frenéticamente hasta la hora de ofrecerse el sacrificio, pero no hubo ninguna voz, ni quien respondiese ni escuchase.”


Comenzó entonces Elías a preparar su holocausto a Dios. (18:32-) “Edificó con las piedras un altar en el nombre de Jehová; después hizo una zanja alrededor del altar, en que cupieran dos medidas de grano. Preparó luego la leña, y cortó el buey en pedazos, y lo puso sobre la leña. Y dijo: Llenad cuatro cántaros de agua, y derramadla sobre el holocausto y sobre la leña. Y dijo: Hacedlo otra vez; y otra vez lo hicieron. Dijo aún: Hacedlo la tercera vez; y lo hicieron la tercera vez, de manera que el agua corría alrededor del altar, y también se había llenado de agua la zanja. Cuando llegó la hora de ofrecerse el holocausto, se acercó el profeta Elías y dijo: Jehová Dios de Abraham, de Isaac y de Israel, sea hoy manifiesto que tú eres Dios en Israel, y que yo soy tu siervo, y que por mandato tuyo he hecho todas estas cosas.
Respóndeme, Jehová, respóndeme, para que conozca este pueblo que tú, oh Jehová, eres el Dios, y que tú vuelves a ti el corazón de ellos. Entonces cayó fuego de Jehová, y consumió el holocausto, la leña, las piedras y el polvo, y aun lamió el agua que estaba en la zanja. Viéndolo todo el pueblo, se postraron y dijeron: ¡Jehová es el Dios, Jehová es el Dios!


Al ver el poder de Dios, el pueblo se vio obligado a declarar que Dios era el único Dios verdadero, y que Baal no se le acercaba ni a los talones. Pensaríamos que todos se convertirían de su mal camino, mas no sería así.

Y curiosamente vemos a Elías dando mensaje de aviso a Acab de subir al carro y marcharse hacia Jezreel porque iba a venir la lluvia, para que no le pillara de camino. Acab llegó a casa donde le esperaba su esposa, que era más malvada que él, y cuando le contó lo sucedido, hizo juramento que mataría a Elías al día siguiente.

Elías reaccionó con preocupación y depresión, rogándole a Dios que le quitara la vida, y al mismo tiempo huyendo para esconderse de Jezabel. Aquí Dios podía haberle llamado la atención por perder su confianza, mas vemos que Dios lo restauró física y emocionalmente. Primero envió un ángel que lo ayudara físicamente.

Me encanta los detalles que nos ofrece el relato. Nos dice que Elías se quedó dormido. Estaba rendido y necesitaba descansar. Cuántas veces nuestro estado de ánimo está por los suelos y no nos damos cuenta de nuestro cansancio físico. Leemos que el ángel lo despertó y le dijo: “Levántate, come. Entonces él miró, y he aquí a su cabecera una torta cocida sobre las ascuas, y una vasija de agua; y comió y bebió, y volvió a dormirse. Y volviendo el ángel de Jehová la segunda vez, lo tocó, diciendo: Levántate y come, porque largo camino te resta. (19:5-8).

Una vez hubo descansado y comido, podría restaurarse emocionalmente. Elías se levantó para dirigirse a Horeb, donde Dios se le mostraría en un silbo suave y apacible. Dios le confirmó que no moriría a manos de Jezabel, que no era el único profeta que había sobrevivido, sino que había muchos que seguían fieles a Dios, y que Dios todavía tenía un buen plan para él.

Santiago 5:17, hablando del poder de la oración nos dice que “Elías era hombre sujeto a pasiones semejantes a las nuestras, y oró fervientemente para que no lloviese, y no llovió sobre la tierra por tres años y seis meses.” Elías, en los momentos más desconcertantes clamaba a DIos y confiaba en Él, y Dios lo sustentó. Recordemos que fue Elías el que iría con Dios sin experimentar la muerte física. No fue porque era un hombre extraordinario, sino porque servía a un Dios extraordinario.

¿Has depositado tu plena confianza en Dios? Entonces tienes el mismo Dios que Elías. Santiago te recuerda: “La oración eficaz del justo puede mucho.” Así como Dio
En varias ocasiones leemos que un profeta de Dios habló con reyes en nombre de Dios para darle un mensaje. Vimos que el profeta Natán habló a David para mostrarle donde había desobedecido a Dios, el profeta Samuel habló con Saúl y con David para ungirlos como reyes, el profeta Ahías anunció a Jeroboam que sería rey, y más tarde dio el mensaje de amonestación por su desobediencia a Dios. También hemos podido leer de Azarías, el cual se presentó a Asa para llamarle la atención por poner su confianza en otros reyes y no en Dios, quien le había ayudado en múltiples ocasiones. Jehú hijo de Hanani habló contra Baasa por andar en el mismo mal camino que Jeroboam. Aunque a veces se les llama videntes, los profetas del antiguo testamento no eran adivinos, sino que hablaban de parte de Dios. También predicaban los preceptos de la ley de Dios, como haría hoy día un predicador. Sin duda debían ser hombres que amaban a Dios y le seguían con fidelidad. Pero también vemos que eran hombres normales, no poseían poderes sobrenaturales, y sus emociones eran reales; eran tentados a desanimarse o a desobedecer y dependían de Dios para hacer la obra que este les había asignado. Tan solo al mantenerse cercanos a Dios, podían resistir la prueba y disfrutar de una relación cercana con Dios. En 1 Reyes vemos a dos grandes profetas del pueblo de Dios, a Elías y a Eliseo. Vemos a Elías proclamando la palabra de Dios durante los días del reinado de Acab, el rey que nos dice el texto fue peor que todos los otros reyes. Nos dice el capituló 17 que Dios envío a Elías a vivir al arroyo de Querib, y los cuervos le traían el alimento para mantenerse. Leemos que a la palabra de Elías llovía, y a su voz dejaba de llover. Hubo sequía en los ´días de Elías y se secó el arroyo donde este moraba, y Dios lo mandó a Sarepta, donde una viuda que vivía ahí con su hijo lo sustentaría. Curiosamente, cuando Elías llega, ella solo tenía suficiente harina para una comida para ella y su hijo, mas Dios milagrosamente hizo que hubiera comida para el profeta y que no le faltara a la viuda ni a su hijo hasta que acabara la sequía que Dios había enviado. Vemos que Elías se sintió desanimado en ocasiones, como cuando el hijo de la viuda enfermó y murió, mas vemos que Dios atendió a su petición, restaurando la vida al niño. En 1 Reyes 18:17-19 nos cuenta el encuentro que tuvo el profeta con el rey Acab, el cual había matado a los profetas de Jehová y había estado buscando a Elías. “Cuando Acab se encontró con Elías, le dijo: ¿Eres tú el que turbas a Israel? Y él respondió: Yo no he turbado a Israel, sino tú y la casa de tu padre, dejando los mandamientos de Jehová, y siguiendo a los baales. Envía, pues, ahora y congrégame a todo Israel en el monte Carmelo, y los cuatrocientos cincuenta profetas de Baal, y los cuatrocientos profetas de Asera, que comen de la mesa de Jezabel.” Elias propuso ofrecer sacrificio a Dios, mientras ellos ofrecerían sacrificio a su dios, Baal. Les explicó el plan así: “¿Hasta cuándo claudicaréis vosotros entre dos pensamientos? Si Jehová es Dios, seguidle; y si Baal, id en pos de él. Y el pueblo no respondió palabra. Y Elías volvió a decir al pueblo: Sólo yo he quedado profeta de Jehová; mas de los profetas de Baal hay cuatrocientos cincuenta hombres. Dénsenos, pues, dos bueyes, y escojan ellos uno, y córtenlo en pedazos, y pónganlo sobre leña, pero no pongan fuego debajo; y yo prepararé el otro buey, y lo pondré sobre leña, y ningún fuego pondré debajo. Invocad luego vosotros el nombre de vuestros dioses, y yo invocaré el nombre de Jehová; y el Dios que respondiere por medio de fuego, ése sea Dios. Y todo el pueblo respondió, diciendo: Bien dicho. (1 Reyes 18:21-24) Le pareció bien al pueblo el plan, así que nos dice el texto que los profetas de Baal fueron primero y prepararon el holocausto. Pidieron a Baal que enviara fuego, mas Baal no respondía. (1 Reyes 18:27-29): Y aconteció al mediodía, que Elías se burlaba de ellos, diciendo: “Gritad en alta voz, porque dios es; quizá está meditando, o tiene algún trabajo, o va de camino; tal vez duerme, y hay que despertarle.” Y nos dice el texto que los profetas de Baal “clamaban a grandes voces, y se sajaban con cuchillos y con lancetas conforme a su costumbre, hasta chorrear la sangre sobre ellos. Pasó el mediodía, y ellos siguieron gritando frenéticamente hasta la hora de ofrecerse el sacrificio, pero no hubo ninguna voz, ni quien respondiese ni escuchase.” Comenzó entonces Elías a preparar su holocausto a Dios. (18:32-) “Edificó con las piedras un altar en el nombre de Jehová; después hizo una zanja alrededor del altar, en que cupieran dos medidas de grano. Preparó luego la leña, y cortó el buey en pedazos, y lo puso sobre la leña. Y dijo: Llenad cuatro cántaros de agua, y derramadla sobre el holocausto y sobre la leña. Y dijo: Hacedlo otra vez; y otra vez lo hicieron. Dijo aún: Hacedlo la tercera vez; y lo hicieron la tercera vez, de manera que el agua corría alrededor del altar, y también se había llenado de agua la zanja. Cuando llegó la hora de ofrecerse el holocausto, se acercó el profeta Elías y dijo: Jehová Dios de Abraham, de Isaac y de Israel, sea hoy manifiesto que tú eres Dios en Israel, y que yo soy tu siervo, y que por mandato tuyo he hecho todas estas cosas. Respóndeme, Jehová, respóndeme, para que conozca este pueblo que tú, oh Jehová, eres el Dios, y que tú vuelves a ti el corazón de ellos. Entonces cayó fuego de Jehová, y consumió el holocausto, la leña, las piedras y el polvo, y aun lamió el agua que estaba en la zanja. Viéndolo todo el pueblo, se postraron y dijeron: ¡Jehová es el Dios, Jehová es el Dios! Al ver el poder de Dios, el pueblo se vio obligado a declarar que Dios era el único Dios verdadero, y que Baal no se le acercaba ni a los talones. Pensaríamos que todos se convertirían de su mal camino, mas no sería así. Y curiosamente vemos a Elías dando mensaje de aviso a Acab de subir al carro y marcharse hacia Jezreel porque iba a venir la lluvia, para que no le pillara de camino. Acab llegó a casa donde le esperaba su esposa, que era más malvada que él, y cuando le contó lo sucedido, hizo juramento que mataría a Elías al día siguiente. Elías reaccionó con preocupación y depresión, rogándole a Dios que le quitara la vida, y al mismo tiempo huyendo para esconderse de Jezabel. Aquí Dios podía haberle llamado la atención por perder su confianza, mas vemos que Dios lo restauró física y emocionalmente. Primero envió un ángel que lo ayudara físicamente. Me encanta los detalles que nos ofrece el relato. Nos dice que Elías se quedó dormido. Estaba rendido y necesitaba descansar. Cuántas veces nuestro estado de ánimo está por los suelos y no nos damos cuenta de nuestro cansancio físico. Leemos que el ángel lo despertó y le dijo: “Levántate, come. Entonces él miró, y he aquí a su cabecera una torta cocida sobre las ascuas, y una vasija de agua; y comió y bebió, y volvió a dormirse. Y volviendo el ángel de Jehová la segunda vez, lo tocó, diciendo: Levántate y come, porque largo camino te resta. (19:5-8). Una vez hubo descansado y comido, podría restaurarse emocionalmente. Elías se levantó para dirigirse a Horeb, donde Dios se le mostraría en un silbo suave y apacible. Dios le confirmó que no moriría a manos de Jezabel, que no era el único profeta que había sobrevivido, sino que había muchos que seguían fieles a Dios, y que Dios todavía tenía un buen plan para él. Santiago 5:17, hablando del poder de la oración nos dice que “Elías era hombre sujeto a pasiones semejantes a las nuestras, y oró fervientemente para que no lloviese, y no llovió sobre la tierra por tres años y seis meses.” Elías, en los momentos más desconcertantes clamaba a DIos y confiaba en Él, y Dios lo sustentó. Recordemos que fue Elías el que iría con Dios sin experimentar la muerte física. No fue porque era un hombre extraordinario, sino porque servía a un Dios extraordinario. ¿Has depositado tu plena confianza en Dios? Entonces tienes el mismo Dios que Elías. Santiago te recuerda: “La oración eficaz del justo puede mucho.” Así como Dio read more read less

11 months ago #acab, #dios, #elías, #extraordinario, #jezabel, #mensaje, #profeta