Con la gran cita pactada para el domingo, los generales se encierran en sus cuartos de guerra. Deschamps y Scaloni, dos mundialistas como jugadores, el primero desde la gloria, el segundo desde el perfil bajo. Un “Napoléon” que desayuna títulos, contra el joven estudioso, el elegido de Messi, que comenzó como interino y se ganó a todos en la albiceleste. Para Didier Deschamps liderar es su vida. Y ganar, su modus operandi: capitán campeón del mundo, capitán campeón de Europa, dos veces ganador de la Champions; campeón en Francia, en Italia e Inglaterra, todo como jugador; y la lista crece como entrenador, campeón con el Monaco, con la Juventus, con el Olympique, y campeón vigente del Mundial. Un comandante de época que aspira a emular al italiano Vitorio Pozzo que fue bicampeón en los 30´s. Para Lionel Scaloni, la aventura de entrenar ha sido súbita. De la sub 20 de Argentina, a subirse de la noche a la mañana al fórmula uno albiceleste en medio de una crisis. En sólo cuatro años, Scaloni se metió a Brasil y ganó ahí una Copa América; ha perdido un juego de los últimos 42 como seleccionador absoluto y generó las condiciones para que estemos viendo al mejor Messi en la historia de los Mundiales. Deschamps y Scaloni han llevado a sus equipos hasta el último día, hasta el partido más grande que existe en este juego, el gran domingo del Mundial. Argentina jugará con la albiceleste, igual que cuando salió campeón en el 78 y en el 86; Francia, saldrá de azul, igual que en el 98, y en el 2018; las camisetas campeonas del mundo, la final ya se está jugando en los cuartos de guerra.