El Mensaje de Jonás y de Jesús.
Lunes, 24 de julio de 2023 Reflexión de la Palabrapor Abba Jimmy Lecturas de hoy. Lunes de la 16ª semana del Tiempo Ordinario Año I.Éxodo 14:5-18. Salmo responsorial Éxodo 15: 1-2. 3-4. 5-6.
Evangelio Mateo 12: 38-42. Los escribas y fariseos le dicen a Jesús: "Maestro, queremos verte hacer una señal prodigiosa" (Mt 12,38). ¿De qué hubiera servido que Jesús hiciera un milagro para complacer a estos curiosos? Habría sido inútil. Estos escribas y fariseos sólo buscaban entretenimiento, por eso Jesús los llama: "gente mala e infiel" (Mt 12, 39).
Esta escena es muy similar a la escena en la que el rico de Epulón ruega a Abraham desde el lugar del tormento que envíe a Lázaro a sus cinco hermanos "para que les advierta, para que no vengan también ellos a este lugar del tormento" (Lc 16, 28). Abraham responde: "Si no oyen a Moisés ya los profetas, tampoco se convencerán aunque alguno resucite de entre los muertos" (Lc 16, 31).
Jesús les dice a los escribas y fariseos que la única señal que les dará será la del profeta Jonás: Después de morir, Jesús estará tres días no en el seno de una ballena como Jonás, sino en el seno de la tierra. Cuando Jesús sale del seno de la tierra, es decir, cuando resucita de entre los muertos, Jesús demuestra que es el mensajero de Dios.
Jesús tiene el poder y la autoridad para llamar al arrepentimiento y la conversión ya no a una ciudad como lo hizo Jonás en la ciudad de Nínive sino a todas las naciones de la tierra. Ahora le toca a cada generación escuchar el mensaje de Jesús y dar una respuesta. Cuando Jonás advirtió al pueblo de Nínive que la destrucción era inminente, el rey de esa ciudad y su gabinete respondieron positivamente al mensaje de Jonás emitiendo este decreto de mandato: "Apártense cada uno de su mal camino y de la violencia que está en sus manos" (Jonás 3:8).
Los que no moramos en la ciudad de Nínive, sino en esta generación, no tenemos a Jonás después de que salió del vientre de la ballena. Ahora tenemos a Jesús levantado de la tumba. Además, Jesús espera que nosotros, como los habitantes de Nínive, también nos arrepintamos y nos convirtamos desde el más pequeño hasta el más grande. Oremos, pues, para que nuestros gobernantes también escuchen el mensaje de salvación de Jesús.
Mientras oramos por nuestros gobernantes y servidores públicos, no nos preguntemos si se arrepentirán o se convertirán. Comencemos con nosotros. Que cada uno de nosotros tenga un verdadero arrepentimiento y una conversión sincera y genuina.
Así que cuando tengamos que dar cuenta a Dios en el día del juicio, no nos sucederá como al rico de Epulón.Entonces, comencemos por arrepentirnos primero. Tenemos los diez mandamientos de la ley de Dios. Repasemos detenidamente y en detalle cómo andamos en cada uno de los diez mandamientos.
Examinemos nuestra conciencia y acudamos diligentemente al sacramento de la Confesión. Sin embargo, hagámoslo hoy. Mañana puede que ya sea demasiado tarde.