En la Biblia, Lamentaciones se encuentra justamente después del libro de Jeremías y la gran mayoría de los estudiosos de las escrituras coinciden que es este profeta el autor del libro. De hecho, en muchas versiones de la Biblia aparece el libro con el nombre “Las Lamentaciones de Jeremías”.

Después de Pedro dirigirse a los ancianos de la iglesia como los líderes de la misma, él se propone hablarle a los más jóvenes. Con toda probabilidad en que el primer siglo los líderes de la iglesia también eran las personas más avanzadas en edad. De manera que lo que Pedro está haciendo es erigiéndose al resto de la iglesia después que le habló a sus líderes.

Como hemos venido diciendo, Pedro escribió a un grupo de creyentes que estaban esparcidos en el área que hoy nosotros conocemos como Turquía que en aquel entonces era conocida como Asia Menor. Estos hermanos estaban bajo dificultad debido a la persecución y por tanto esta carta representa como dijimos en un inicio con estímulo para ellos permanecer siendo fieles a pesar de la presión a la que estaban sometidos. Hasta ahora Pedro venía hablando de manera general acerca de verdades espirituales aplicables a todos los creyentes y en cualquier momento de la historia redentor. Pero ahora, abre una especie de paréntesis para dirigirse de manera especial a los ancianos o pastores de este grupo de personas. Los lectores de esta carta en aquel momento se encontraban en gran necesidad de ser pastoreados en vista de las circunstancias a través de las cuales ellos estaban atravesando. Y probablemente esta fue la razón por la que Pedro hizo esta pausa en su carta para recordarles y recordarnos, hoy en día algunas cosas acerca de lo que significa pastorear el rebaño de Dios.

En este mensaje estaremos escuchando la instrucción de Jesús a Sus discípulos de qué orar, como orar y las promesas de la oración. Enseñándonos que Dios quiere oremos con persistencia, teniendo la confianza de que nuestras oraciones serán escuchadas y recibiremos algo mucho mejor de lo que somos capaces de pedir.

¿Cómo es que comienza el crecimiento en mi vida espiritual? Quiero hablar precisamente de eso, no de todo el proceso de crecimiento, sino de su “inicio”, de su “génesis”. ¿Qué es lo primero que tiene que ocurrir para que una persona crezca? Entiendo que en el Salmo 139, en sus últimos versos [23-24], hay una luz que nos permitiría responder a esta pregunta.

Las pruebas de fuego por las que atravesamos no debieran ser una sorpresa para nosotros; mas bien debieran ser lo esperado. Y por eso el termina el V12 con esta frase: “como si alguna cosa extraña les estuviera aconteciendo.”

El texto de hoy concluye una sección larga que comenzó en 1 Pedro 2:11-12 y que termina con el último versículo que estaremos exponiendo esta mañana, 1 Pedro 4:11. Toda esa sección habla acerca de cómo se supone que se debe comportar un discípulo de Cristo en las diferentes áreas de su vida y en sus diferentes relaciones.

La Iglesia fue relevante para Cristo al fundarla y es relevante hoy, siglos después de Su venida. La pregunta es porqué la Iglesia es relavante.

Si Cristo sufrió en la carne, con la intención de librarnos de pecado, ahora nos toca a nosotros, si es necesario, sufrir para alejarnos del pecado. 1 Pedro 4:1 dice, “Por tanto, puesto que Cristo ha padecido en la carne, ármense también ustedes con el mismo propósito, pues quien ha padecido en la carne ha terminado con el pecado.” La palabra traducida en el versículo uno como “ármense” es una metáfora militar para referirse a alguien que se viste de una manera particular para la guerra. Nosotros debiéramos armarnos con el mismo propósito, que es otra forma de decir que tengamosla misma actitud mental, el mismo valor y la misma intención hacia el sufrimiento.

El pastor de nuestro tiempo necesita enseñar a su iglesia a sufrir y a sufrir bien por la causa de Cristo porque no está lejano el día cuando nos toque a nosotros padecer la persecución. Por primera vez en los últimos años, hemos visto pastores en la Europa no comunista ir a la cárcel por predicar la verdad de la Biblia. La iglesia primitiva vivió por algo similar por un buen número de años y es por eso que Pedro escribe en 1 Pedro 4:12, “Amados, no se sorprendan del fuego de prueba que en medio de ustedes ha venido para probarlos, como si alguna cosa extraña les estuviera aconteciendo.” Para la Iglesia de Cristo la persecución ni es nueva ni es extraña.