Por deseo de parecer comprensivos, modernos o tolerantes es fácil creer que se pueden mezclar o considerar como equivalentes todas las religiones. Al final, lo único que se causa es confusión y empeorar la convivencia y el respeto en la sociedad. En efecto, sobre la base de algo que no es cierto, no se puede edificar nada sólido. Oremos y trabajemos en nuestra propia formación y en el deseo de proponer con coherencia y mansedumbre los tesoros de nuestra fe.